Image: Tiempo de construir (1980-1993)

Image: Tiempo de construir (1980-1993)

Ensayo

Tiempo de construir (1980-1993)

Jordi Pujol

6 noviembre, 2009 01:00

Jordi Pujol. Foto: José Ayma

Destino. Barcelona, 2009. 380 páginas, 23’95 e.


Uno de los alicientes de las memorias es tratar de descubrir los silencios del memorialista. Es exagerado decir que las memorias son depósitos de mentiras, pero nadie relata sus fracasos. O casi nadie. Recuerdo que Jesús Pardo se maltrata en sus libros, lo que le permite sentirse con licencia para escribir de otros con descaro. En las memorias se "vende" un personaje y a veces, sólo a veces, deja entrever episodios que prefiere olvidar, y el lector encuentra un hilo para tirar de imaginación y llegar si acaso a algún descubrimiento.

Es probable que Jordi Pujol (Barcelona, 1930) hubiera corregido algunos pasajes de su segundo libro memorial de haberlo publicado más tarde. Como esto es una suposición, admito que puedo no acertar, pero explicaré por qué la planteo. Pujol cita repetidamente a Lluís Prenafeta y Maciá Alavedra, dos estrechos colaboradores en la Generalitat, pero ambos han sido detenidos por el juez Garzón por supuesta relación con graves episodios de corrupción municipal en Santa Coloma de Gramanet. ¿Habría escrito lo mismo bajo el efecto de esa desagradable sorpresa? En todo caso, nada de lo que dice es inconveniente a la luz de la diligencia de Garzón. Prenafeta, secretario de la Presidencia, "tenía ideas, sabía aplicarlas y era un buen coordinador" (p. 366), y Alavedra, consejero de Economía, tenía "un gran peso dentro del partido" y "muchísima valía" (pp. 397 y 409). Hay que advertir que Pujol habla de hace dos décadas y nada de lo que pueda imputarles Garzón, que aún no lo ha hecho cuando escribo, tendría que ver supuestamente con entonces.

Pero vayamos a lo importante. Las memorias de Pujol son muy interesantes, y nos muestran a un político de talla al que ciertas derivas posteriores en Cataluña le han engrandecido más. El libro tiene esta primera utilidad. Pujol se presenta como un nacionalista catalán que no odia a España -que incluso admira a Castilla- porque entiende a Cataluña plenamente integrada en España. Encontramos múltiples referencias: "Cataluña con el resto de España…"; "formamos parte de una realidad que es España", ... Aunque no faltan contradicciones, como la de negarse a colocar la bandera de España en su despacho, pues "con la catalana es suficiente". Tampoco falta victimismo pues insiste en denunciar algún trato injusto a veces a Cataluña.

El libro ofrece también información útil, como lo ya relatado en los periódicos sobre la invitación que le hizo el PSOE, por mediación de Enrique Múgica, para colaborar en hacer caer a Suárez, que era una "auténtica obsesión", para sustituirlo por un militar. Eran los días previos al golpe del 23 F, cuando los socialistas "tenían una prisa enorme por llegar al poder", lo que fue -escribe- "muy poco responsable". También aporta un dato revelador: el general Armada trasladó a su esposa, Marta Ferrusola, su convicción de que Calvo Sotelo no llegaría a ser presidente (p. 65). Recuérdese que el golpe interrumpió su investidura.

Aunque asegura, sorprendentemente, que CiU, su partido, es una fuerza de centro izquierda, Pujol se muestra más cerca del centro derecha que de los socialistas, a quienes reprocha su demagogia, su agresividad y su capacidad para el disimulo: González y Guerra eran "capaces de pasar del blanco al negro de un día para otro sin siquiera ruborizarse" (p. 141). Lo cual no le impidió, pragmático al fin y al cabo, apoyar al PSOE en el Gobierno cuando lo consideró necesario. Como luego apoyó a Aznar. Pero para conocer sus reflexiones sobre ello habrá que esperar al tercer tomo de sus memorias. Mientras tanto, si están interesados en la política española, lean éste. Será de utilidad.