Image: El fin de los periódicos

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Ensayo

El fin de los periódicos

Arcadi Espada / Ernesto Hdez. Busto

27 noviembre, 2009 01:00

Arcadi Espada. Foto: Carlos García Pozo

Duomo. Barcelona, 2009. 141 pp., 16 euros

En su papel de profesor de Periodismo en la barcelonesa Universidad Pompeu Fabra, Arcadi Espada (Barcelona, 1957) publicó en 2008 Periodismo práctico, un exitoso texto dedicado a precisar y aclarar los puntos de inflexión básicos que debe dilucidar un periodista en su trabajo cotidiano. El fin de los periódicos está construido con el traductor, ensayista y blogger Ernesto Hernández Busto (La Habana, 1968). Ambos han seleccionado siete artículos de periodistas norteamericanos publicados entre 2008 y 2009 en revistas del prestigio de The New Yorker. Con la introducción escrita para la ocasión por Arcadi Espada se consigue una completa y sincera panorámica de los males que aquejan a la prensa en papel.

Durante más de dos siglos se han editado periódicos muy rentables. Por un lado, producían dinero y por otro influencia política y social. El modelo de negocio que guió en su día la gloriosa expansión de la prensa está, en su opinión, agotado. La crisis de la prensa en papel no afecta únicamente a los propietarios. Como señala Espada en su capítulo introductorio, los periodistas han ocupado lugares de privilegio en la sociedad, posiciones que sólo se pueden comparar a las alcanzadas por los políticos. Ahora ese mundo se desploma y "el periodista ya no es el contrapunto del político sino su cómplice". Espada recoge en sus páginas el contrato que el Washington Post ofrece en 1972 al columnista Walter Lippmann cuando tenía 73 años: casa, dinero, secretarias y unos privilegios que hoy ni se imaginan.

En el actual proceso de desregularización, de relativismo, sitúa Espada una de las causas centrales de la crisis de la prensa escrita. Al situar la corriente postmoderna a la verdad y la mentira en el plano de las categorías culturales, la veracidad queda como una interpretación que descoloca necesariamente al periodista como sujeto que debe mediar la producción de la realidad a través de los medios. La primera de las contribuciones de los periodistas norteamericanos se refiere a los comienzos en los EE.UU del siglo XVIII. Demasiado patriótica. En la segunda se abre fuego contra los bloggers. En la tercera, Eric Alterman titula su contribución "Agotado. Vida y muerte del periódico norteamericano". Es rotundo al afirmar que para los propietarios de periódicos de ciudades medias norteamericanas, los diarios constituían licencias para imprimir dinero. La irrupción de Internet ha quebrado la confianza en los periódicos, ha reducido la publicidad y ha servido para echar a la calle a más de la cuarta parte de los trabajadores. Añádase que los jóvenes no leen periódicos y no extrañará que "la edad media del lector de periódicos norteamericanos es de 55 años, y con tendencia a subir".

En las restantes contribuciones se analizan las características del periodismo en Internet, y Jeff Jarvis afirma que el artículo ya no es la unidad básica. La unidad es ahora el post: "innumerables granos de información, opinión e ideas, todos con su enlace permanente, de forma que puedan ser conectados a algo mas grande". Redes, redes locales y especialización serían las recetas para este nuevo tipo de periodismo digital. El problema de esta tendencia a la especialización en nichos es que, como relata Bree Nordenson, la exposición a noticias no deseadas es mínima o nula.

Ver menos, como señala Paul Starr en su artículo de cierre, es también vigilar menos la acción política y la corrupción. Con periódicos en papel sin dinero para los reportajes de investigación y con digitales que agregan noticias sin comprobar, la democracia sale perdiendo.