Image: La reina Cristina de Suecia

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Ensayo

La reina Cristina de Suecia

Úrsula Allendesalazar

18 diciembre, 2009 01:00

Retrato de la Reina de Suecia de Sebastian Bourdon

Marcial Pons, 2009. 552 páginas, 25 euros


El género biográfico tiene cada vez más cultivadores en España. Es un género con unas exigencias muy específicas que ha hecho que, en ocasiones, sea considerado un género diferente del de la Historia. Se trata, en suma, de relacionar la vida de un individuo con su entorno y presentarlo de una forma muy cercana al terreno de la ficción. El biógrafo, nos ha advertido D. Salwak, debe ser tan imaginativo como pueda, sin faltar a las fuentes de información. Un capítulo de especial dificultad lo constituyen las biografías de los monarcas porque, con frecuencia, los aspectos públicos del personaje histórico terminan por ocultar al ser humano en sus dimensiones esenciales.

Esas exigencias las ha cumplido sobradamente úrsula de Allendesalazar en la biografía que nos ofrece ahora sobre la reina Cristina de Suecia (1626-1689). Una entretenidísima narración que nos traslada al mundo, relativamente lejano, del norte de Europa en la primera mitad del siglo XVII, cuando estaba cerrándose el gran ciclo de los conflictos religiosos y, con él, el de la hegemonía española en el ámbito europeo. Allendesalazar proyecta el foco de su atención sobre el escenario de Suecia, un territorio periférico en que se afirma una potencia militar de la mano del rey Gustavo Adolfo, que muere en 1632. Cristina, su hija, no alcanzará la edad para reinar hasta 1644 y, durante los diez años siguientes, hará gala de una extraordinaria personalidad -su modelo inspirador es Alejandro Magno- acreditada por iniciativas tan sorprendentes como la de hacer venir a Descartes a Estocolmo o en su aproximación al catolicismo, por mediación de los jesuitas, y a la Monarquía española a través de su intensa relación con el enviado de Felipe IV, D. Antonio de Pimentel. Todo esto llevaría a la sorprendente abdicación de la reina en 1654 y al inicio de un largo periplo que le llevará hasta Roma, en donde fue huésped del Papa Alejandro VII. Previamente había sido recibida solemnemente en la Iglesia Católica. Parecía, a los ojos del Papa y los de muchos católicos, un triunfo postrero del catolicismo en una Europa en la que se había roto la unidad religiosa.

En los 35 años hasta la fecha de su muerte, en 1689, Cristina desarrolló una activa política en la que tuvo que comprobar cómo se desbaratarían sus planes iniciales de desempañar un virreinato -Flandes o Nápoles- al servicio de la Monarquía española, lo que le llevaría a entrar en negociaciones con la Francia de Mazarino. Moriría en Roma en la primavera de 1689, tras un sórdido incidente con una persona de su servicio.
La autora no es lo que suele denominarse una historiadora profesional, pero esta circunstancia sirve para aquilatar mejor un trabajo de gran calidad y rigor. El abrumador manejo de una bibliografía sueca y alemana que no suele ser muy frecuentada por los historiadores españoles, y el uso inteligente de archivos italianos, franceses y suecos de excepcional calidad, no habrían resultado eficaces si no hubieran encontrado el tratamiento adecuado de una autora que demuestra una fina sensibilidad para apreciar las sutilezas políticas, diplomáticas y culturales que se daban en la vida europea de mediados del siglo XVII.

Si a eso se le añade el excelente castellano con el que está escrito, no hay sino motivos para felicitarse por la publicación de esta biografía, que recoge la apasionante trayectoria vital de la reina Cristina de Suecia.