Ensayo

El dictador, los demonios y otras crónicas

Jon Lee Anderson

15 enero, 2010 01:00

Jonh Lee Anderson. Foto: Guido Manuilo

Trad. de A. Prometeo Moya. Anagrama. Barcelona, 2009. 384 pp. 21’50 euros


Quienes siguen de cerca sus andaduras en el New Yorker, recibirán la última obra en castellano de Jon Lee Anderson como una exquisita cesta de Navidad llena de productos que ya han degustado, pero que siempre es agradable tener a mano, reunidos, para saborearlos de nuevo.

Quienes no le siguen, encontrarán en ella algunos de los mejores perfiles escritos sobre el rey Juan Carlos, Fidel Castro, Augusto Pinochet, Hugo Chávez, Gabriel García Márquez, Omar Torrijos y Fernando Gomes de Freitas, alias Fernandinho, dono supremo de la favela Parque Royal, una de las más conflictivas de las mil barriadas de chabolas en las que viven unos tres de los catorce millones de habitantes de Río.

De paso, como aperitivo, el libro incluye dos de los mejores reportajes publicados por el autor en su semanario neoyorquino en los últimos diez años sobre España: "Carta desde Andalucía: los huesos de Lorca" y "Carta desde Euskadi: Fuegos del Hogar".

En 2006, después de escribir la mayor parte de estos perfiles y reportajes, Anderson, que domina el español con soltura, explicó en el Congreso Nacional de Periodismo organizado en el Palacio de Villahermosa de Huesca algunas claves de su método de investigación: "Mi editora pone siempre el pegamento para unir la historia; si algo se vuelve cotidiano, nos olvidamos de los detalles; mis anotaciones de los primeros días son las mejores; mi ojo es subjetivo; sin escenas no hay artículo; las escenas iluminan la pieza; si logras encontrar algo de humor para incluir en el perfil, eleva la pieza… En La mirada del periodista, coeditada por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), se recoge un amplio resumen de su clase magistral, clase que siempre incluyo en mi bibliografía sobre corresponsales, junto con Los cinco sentidos del periodista, de Ryszard Kapuscinski, de la misma colección.

Anagrama, en esta edición, ha tenido el acierto, para quienes no puedan acceder a las fuentes citadas, de prologar el libro con un excelente perfil del autor firmado por Juan Villoro y titulado El americano impaciente por la admiración de Anderson hacia Graham Greene. Villoro resume perfectamente la técnica del perfil, que Anderson domina como pocos: "Depende de dos recursos básicos, la entrevista y la composición de lugar. Anderson habla durante horas (a veces con paréntesis de meses o de años) con sus informantes en busca de frases sugerentes, y pone especial cuidado en describir los escenarios que explican la historia".

Sorprende escuchar a Gabo decir que no tiene ni idea de dónde vive, exactamente, su amigo Fidel y a Pinochet confesando lo que pasó por su cabeza cuando visitó el mausoleo de Lenin en Moscú ("se equivocó usted, señor, se equivoco") y el de Mao en Beijing. Aquel templo grande, inmenso, le recordó la rima de Bécquer que dice: "Qué solos se quedan los muertos".

Las cifras de víctimas en la guerra civil española y, sobre todo, en la posguerra serían más creíbles si citara las fuentes. En próximas ediciones debería corregir el error de la página 213, donde asegura que las cumbres iberoamericanas se celebran cada dos años. Muchos lo han pedido, pero siguen siendo anuales. Son fallos insignificantes en un compendio indispensable para comprender mejor lo que ha movido, para llegar al poder y, sobre todo, para preservarlo, a algunos de los dictadores más importantes de Iberoamérica, a los etarras o a los gángsteres de la favelas.