Flores raras y banalísimas
Carmen L.Oliveira
19 marzo, 2010 01:00Bishop, amiga de Aldous Huxley, vivía retirada en Brasil cuando recibió el Pulitzer de poesía en 1956. La poeta había llegado a Río de Janeiro a los cuarenta años con una beca, la dirección de una amiga norteamericana y una crisis de creatividad. Pensaba quedarse dos semanas y al cruzarse en su destino Lota de Macedo, se quedó quince años en Brasil.
Carmen L. Oliveira está guiada por la intención de reconstruir esos años que Bishop pasó en Brasil, pero sobre todo, nos presenta a Lota de Macedo, una mujer cultivada, seductora y terca, una arquitecta sin título empeñada en un sueño urbanístico que llenó (y perturbó) toda su existencia. Por esa razón, en Flores raras y banalísimas, hace algo más que adentrarse en el entrelazamiento de dos mujeres de personalidades opuestas. Con una prosa limpia y exacta perfila la crónica de una convivencia en carne viva que se extendió entre 1951 y 1967, cuando Elizabeth y la brasileña convivían al norte de Sao Paulo, en la casa de arquitectura vanguardista de Lota. Sin ser una biografía novelada, la autora ha elegido una ingeniosa construcción para que leamos la realidad como si fuera una ficción. Los primeros encuentros, el deslumbramiento, los abismos infranqueables que se abrieron por los intereses cada vez más divergentes de ambas creadoras, las crisis alcohólicas de Bishop, el final, todos esos recorridos interiores y exteriores están contados por una voz narradora que se ciñe a los datos, pero se atreve a penetrar en los gestos, actos y pensamientos de las dos protagonistas de la historia. Dicha configuración novelística hace que la narración atrape , si bien la detallada información urbanística puede trabar la lectura de quienes buscan sólo la biografía amorosa de dos creadoras intensas, desconcertantes y empecinadas.