El poder de una actriz
Chereau dirige El dolor, de Duras, en La Abadía
19 marzo, 2010 01:00Dominique Blanc en El dolor
Tras recorrer numerosas ciudades europeas, llega a La Abadía de Madrid El dolor, basada en la obra homónima y autobiográfica de Marguerite Duras y dirigida por el polifacético Patrice Chereau. Un intenso monólogo en el que la actriz Dominique Blanc revive los terribles momentos que vivió Duras durante la Francia ocupada.
Como una promesa de teatro nació El dolor, la obra que La Abadía ha programado del 24 al 28 de marzo. En 2008 Chereau fue galardonado con el Premio de Teatro de Europa y para la ocasión ofreció en Tesalónica, y en compañía de una de sus actrices preferidas, Dominique Blanc, una lectura de la obra de Marguerite Duras. Aquel esbozo fue supervisado por Thierry Yhieû Niang. Poco después cobró vida como el espectáculo unipersonal que se presenta en Madrid, con Dominique como única protagonista, y que la crítica ha considerado un "monumento al poder de una actriz".
Retorno al teatro.
Tras dos décadas dedicado al cine (L'homme blessé, La reinne Margot, Intimacy, Son frère...), Chereau estrenó en L'Odeon de París Fedra, de Racine, protagonizado por Dominique Blanc,con la que había trabajado con anterioridad. Aquel Racine supuso un reencuentro triunfal con el teatro, género que él siempre ha considerado "mi lengua materna"; también volvió a la ópera, pues poco después dirigió una de sus más aclamadas puestas en escena, Cossi fan tutte, que estrenó en Aix en Provence en 2005.
Tras estas dos grandes producciones llega El dolor, una pieza íntima, se diría que de orfebrería. Según ha confesado el director, surge "de entrada, porque tenía ganas de trabajar con Dominique, ganas de compartir algo, de hacer existir ese ‘algo'. Ganas por tanto, de enfrentarse con este texto terrible. De recordar la Resistencia, La Liberación, los campos, ese período impensable y que hemos olvidado".
El dolor no apareció publicado en Francia hasta 1976, en la revista feminista "Sorcières", sin firmar y con el título Pas mort en déportation. La obra no la publicaría la autora hasta 1985, después de que Duras hubiera ganado un año antes con El amante el premio Goncourt. El dolor es una obra que Duras escribe a partir de sus diarios íntimos. En ellos habla de la deportación de su marido, Robert Antelme, a un campo de concentración alemán; Antelme es detenido por cobijar en su casa a compañeros de la Resistencia. Duras vive su ausencia con desesperación, incluso el día de la Liberación vaga por un París que festeja el fin de la guerra, aunque para ella no ha terminado. Él volverá, pero en un cuerpo devastado. La autora escribe: "Me encontré con un desorden sentimental y de pensamiento tremendo que no osé tocar, hasta me avergonzaba escribir de él".
Sólo la palabra.
Sin música y con unas luces fijas, apenas una mesa y unas sillas, Dominique Blanc interpreta a la autora recordando aquellos terribles episodios, la angustiosa espera de un marido del que no se sabe si vive o está muerto. La primera parte transcurre en esta espera, hasta que encuentra a su marido con la ayuda de un tal Morland, alias de Francois Miterrand (Duras y su marido pertenecieron a la misma red de la Resistencia que el expresidente francés). Luego, como explica Chereau, llega "el regreso increíble de este hombre que había estado separado de Duras y que ella amaba, el esplendor de su resurrección, que es también en cierto modo su obra. La esperanza loca".
Marguerite Duras en escena
Novelista y cineasta, Marguerite Duras (Gia Dinh, Saigón, 1914- París, 1996) también destacó en el ámbito teatral con un muestrario de 25 piezas en las que recogía episodios autobiográficos. La música, sobre el desamor de una pareja, que también filmó, es su obra más famosa. Otros títulos suyos son L'Eden Cinéma, su obra preferida, Le Square, Le Shaga, L'amante anglaise, Vera Baxter, Home ...
Aunque en sus inicios Duras acusa un cierto clasicismo en sus obras teatrales, pronto aplica las virtudes cinematográficas al teatro, desdibujando la frontera entre ellos. En textos teatrales suyos incluye acotaciones mentales sobre los personajes, son indicaciones que dejan la acción abierta a muchas posibilidades. Su visión del teatro se confirma tras el contacto con actores y, especialmente, con directores como Claude Régy, que tras dirigir algunas de sus obras le anima a que sea ella misma quien las lleve a escena.
Duras no llega a escribir una teoría teatral, pero sí elabora en sus obras una liturgia basada en las relaciones entre la palabra y el silencio.