Image: La guerra de sucesión en España

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Ensayo

La guerra de sucesión en España

Joaquim Albareda

16 abril, 2010 02:00

La sagrada forma, de C. Coello (1690)

Crítica. 554 pp., 29 e.


La guerra de Sucesión y los decretos de Nueva Planta constituyen el periodo más crítico de toda la Edad Moderna en las relaciones entre el gobierno de España y la corona de Aragón. De ahí el mérito de abordar su análisis, tanto que desde el libro de Henry Kamen de 1974 ningún historiador había afrontado una historia de conjunto, a pesar de los numerosos estudios monográficos que se han realizado desde entonces, especialmente en Cataluña. Joaquín Albareda (Manlleu, 1957), cuya trayectoria investigadora le convierte en uno de los principales expertos en el tema, se ha enfrentado con éxito a este exigente reto, logrando integrar los numerosos aspectos de aquella guerra.

Originariamente se trató de un conflicto dinástico, pero la extensión e intensidad de los enfrentamientos evidencian un trasfondo más complejo. La guerra no se circunscribió a España sino que implicó a todas las potencias y a buena parte de Europa, afectando también al ámbito colonial. De alguna forma, se trató de una guerra mundial. El conflicto internacional fue esencial y prioritario, hasta el punto de determinar la marcha de los acontecimientos en España. El apoyo de Luis XIV resultó decisivo para el bando borbónico, de la misma manera que los ejércitos y la marina de los aliados lo fueron para los austracistas.

En el terreno internacional se jugaba esencialmente el equilibrio de Europa, pues el destino de la extensa Monarquía de España afectaba no solo a la península Ibérica, sino también a los Países Bajos del sur y a buena parte de Italia. Había asimismo importantes intereses comerciales a escala mundial, dado que Inglaterra y Holanda no estaban dispuestas a quedarse fuera de los formidables mercados coloniales hispanos. En la propia España, detrás de la opción por uno u otro candidato solía haber algo más que un problema de prioridad de derechos o de lealtad. La disputa entre ambas opciones propició un enfrentamiento territorial entre la corona de Castilla -mayoritariamente favorable al Borbón Felipe V- y la de Aragón, que se inclinó en favor de Carlos III de Habsburgo, conocido también como el archiduque. Pero la complejidad fue aún mayor, pues dentro de ambos territorios hubo nobles, eclesiásticos, localidades y gentes diversas que disintieron de la opción imperante. Hubo así un austracismo castellano, un borbonismo en la corona de Aragón y una auténtica guerra civil.

Albareda estudia todas estas cuestiones. Entre sus méritos está no solo el de relacionar hábilmente la guerra internacional con la dinámica interior. El logro fundamental del libro es haber sabido plantear la oposición entre las coronas de Aragón y Castilla más allá de una simple confrontación entre nacionalismos, como el enfrentamiento entre dos concepciones distintas sobre la política. Una pugna entre absolutismo y pactismo, entre un poder real no limitado por constituciones, derechos e instituciones de los reinos, y otro en el que la indiscutible preeminencia del monarca se viera moderada por éstos.

No en vano, el austracismo catalán ofrecía un proyecto para toda España, no restringido a Cataluña. Desde tales premisas, el autor analiza las opciones enfrentadas con una dedicación preferente, que él mismo reconoce, al austracismo y a la corona de Aragón, pero sin que ello le impida aportar una visión de conjunto. Huyendo de presentismos, sabe explicar el conflicto a partir de la cultura política de aquellos años, cuyo conocimiento le permite discutir la presunta modernidad de la política centralizadora y las reformas de Felipe V, al tiempo que señala que su ensañamiento con los perdedores hizo que el futuro Estado-nación hundiera sus raíces en una violencia inusitada de consecuencias duraderas.