Image: Por cuenta propia. Leer y escribir

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Ensayo

Por cuenta propia. Leer y escribir

Rafael Chirbes

30 abril, 2010 02:00

Rafael Chirbes. Foto: Domenec Umbert

Anagrama. Barcelona, 2010. 296 páginas, 18'50 euros


"Me satisface ver los libros que he escrito cerca de otros que admiro". Procuraré cumplir con tal deseo de Rafael Chirbes aposentando finalmente Por cuenta propia en un cuerpo de mi biblioteca reservado a las obras de novelistas que desmienten aquella envenenada confidencia de Reich-Ranicki a propósito de sus conversaciones con Anna Seghers: que la mayoría de los escritores no entiende de literatura más de los que las aves entienden de ornitología.

Chirbes comienza esta recopilación de textos sobre literatura, escritos entre 2002 y 2009, citando precisamente al crítico alemán, y lo que nos ofrece después viene a revelárnoslo como una especie de búho bibliófilo y ducho en literariedades, lector asiduo de teóricos y críticos como Américo Castro, Bajtín, Eagleton, Said o Blanco Aguinaga. Pero Por cuenta propia acabará también en mis anaqueles muy cerca de otro tipo de obras a las que guardo ley. Me refiero a memorias o ensayos en lo que personalidades del mundo editorial como un André Schiffrin nos advierten del riesgo de una edición sin editores, Gabriel Zaid se preocupa por los demasiados libros, Rafael Borrás revela sus convicciones políticas, y Jacobo Muchnik o Siegfried Unseld hablan de las relaciones, más intelectuales que comerciales, entre el autor y su editor. El de Chirbes es Herralde, de modo que la contigüidad física entre sus respectivas obras será a partir de ahora emblema de sus afinidades. Coinciden, en efecto, en la convicción de lo que debe de seguir siendo la literatura en la transmodernidad actual, asunto al que el novelista dedica una extensa conferencia titulada "El escritor y el editor" que sirve ahora de epílogo.

Pese a su carácter facticio y la diferente entidad de las dos docenas de textos aquí reunidos, Por cuenta propia merece atenta lectura porque pone el dedo en la llaga de esa nueva forma de alienación que bien podríamos llamar la postliteratura. Chirbes escribe desde la conciencia plena de que lo que está en juego es algo fundamental: la pervivencia de la literatura como la palabra esencial en el tiempo que conjuraba Antonio Machado. Una escritura concebida desde la aceptación de su caducidad por parte del autor, toda escritura fungible deja sustantivamente de ser literaria, para convertirse en algo por completo diferente, en pasto de una cultura del ocio servida por una poderosa máquina industrial. El riesgo está, por lo tanto, en que se suplante la literatura por algo que no sea sino un remedo de la misma, pese a contar con el concurso de los que en un día fueron escritores y ya son tal solo meros operarios de una ingente factoría industrial,

Chirbes no solo conjura esta amenaza con su denuncia de semejante estado de cosas y su proclamación, tan quevediana, de que la "literatura que vale está pertrechada para soportar la prueba del tiempo", sino también con la reivindicación reflexiva de una tradición en la que se inserta. No es otra que la de nuestro realismo que va desde La Celestina hasta Max Aub, referencias a las que dedica varios de sus ensayos, con dos hitos intermedios sobre los que escribe algunas de sus mejores páginas: Cervantes y Galdós. No faltan tampoco aquí otras piezas sobre la memoria y la transición política española en las que Chirbes postula la implicación ideológica y crítica del novelista a propósito de la más estricta contemporaneidad, para evitar que fatalmente la narrativa se convierta en un "arte inane".