Ensayo

La revolución imparable

Juan Costa Climents

7 mayo, 2010 02:00

Espasa. Madrid, 2010. 311 páginas. 19'90 euros


Este libro es una nueva prueba del talento de Hayek cuando habló de "los socialistas de todos los partidos". Presume de defender la libertad y el mercado, pero plantea un argumento tras otro en contra del mercado y convoca a la coacción de un modo típicamente socialista: augura una catástrofe ecológica como si gozara de todos los avales científicos y plantea la solución en términos políticos, porque no necesitamos libertad sino "liderazgo y visión". Tras elogiar a F.D.Roosevelt y a Evo Morales y criticar a G.W. Bush, va y pide un gobierno mundial.

Con la empalagosa sensiblería característica de los socialistas censura el materialismo, el individualismo, el consumismo, la publicidad, las multinacionales, las farmacéuticas, los pantalones vaqueros y los campos de golf. Llega a decir que la pobreza causa el terrorismo, que los recursos medioambientales son comunes, que hay amenaza de superpoblación y que el hambre se debe a que la comida está mal repartida (y podría paliarse con menos cócteles). Al final, nada sorprende, y el crédito es un derecho. Es verdad que propone un impuesto sobre la renta que sólo paguen los ricos, pero todo en el libro apunta a una mayor coacción: hasta reclama un Estado del Bienestar global y una renta mínima garantizada para todos los habitantes del planeta. Recomienda varios impuestos: ecológicos, sobre los ejecutivos y los beneficios de las empresas, sobre el consumo de recursos naturales, los vuelos intercontinentales, el tráfico marítimo. Su consideración del mercado como algo instrumental y su aplauso hacia la labor redistributiva del Estado y su misión de salvar el planeta más bien apuntan a una subida de la presión fiscal.

Aquí van algunas muestras de su retórica, que indican que Juan Costa es como Rodríguez Zapatero hasta en la forma de hablar: "Tenemos la obligación de compartir el ecosistema y la economía de manera conjunta en beneficio de toda la humanidad…Ninguna persona comprometida con la humanidad puede aceptar que unos pocos cientos de millones de personas tengan acceso a todos los recursos del planeta mientras miles de millones luchan simplemente por sobrevivir…resulta necesario aumentar la ayuda al desarro- llo…no podemos aceptar que haya personas que vivan con menos de un dólar al día…el agua es un derecho humano universal... apostar por las energías alternativas, la rehabilitación de viviendas y el transporte colectivo…hay que frenar un determinado tipo de crecimiento…cambiar el reparto de la riqueza a escala planetaria…¿Qué opción nos queda? Sólo una: el coche eléctrico".