El coro mágico. Una historia de la cultura rusa
Solomon Volkov
21 mayo, 2010 02:00Solzhenitsyn, que emigró más de una década a EE.UU y que, cuando regresó a Rusia tras el derrumbe de la URSS, estaba relativamente olvidado en Occidente, pero aún gozaba en Rusia de un papel de gurú, había llegado a decir con pesisismo: "Ya no queda nada que no haya sido arruinado o malversado". Sin embargo, en ese siglo XX convulso, lleno de mártires y sacrificio, pocos pueden ignorar que entre censuras, emigrados, oficialistas o disidentes, la cultura rusa gozó de una verdadera y poderosa Edad de Plata.
Poetas como Maiyakovski, Esenin, Ajmátova, Blok, Tseviétaieva, Brodsky (otro premio Nobel) o el oportunista e ingenioso Yevtushenko, se unen a prosistas como Tolstói, Chejov, Bábel, Bely, Nabokov, Pasternak, Grossman, Bunin, a grandes teóricos del arte dramático como Stanislavski o Meyerhold, grandes bailarines como Nureyev, Nijinski, Paulova o Diaghilev, y músicos como Stravinski, Scriabin, Prokofiev, Rajmáninov o Shostako. ¿Cómo no hablar de la grandeza cultural de Rusia, dentro y fuera del sistema soviético?
El libro es más que rico en nombres y anécdotas, y también en informaciones que aún sorprenden en Occidente: si Doctor Zhivago, la novela que en 1959 le valió el Nobel al poeta Boris Pasternak fue muy famosa en el resto del mundo, cuando pudo publicarse en Rusia tuvo escaso renombre, porque los rusos preferían otra obra que refleja la misma época, del borracho y atípico Shólojov (Nobel asimismo), como era El Don apacible.
Rusia (grande y rica y hoy en crisis, como todo) permanece como un misterio entre Europa y Asia. ¿Un misterio salvífico?