Image: Análisis económico y revolución liberal en España. Economistas académicos en las Cortes Liberales, 1834-1874

Image: Análisis económico y revolución liberal en España. Economistas académicos en las Cortes Liberales, 1834-1874

Ensayo

Análisis económico y revolución liberal en España. Economistas académicos en las Cortes Liberales, 1834-1874

M. Martínez Rodríguez

11 junio, 2010 02:00

¡A las cortes!, 1812 (Museo de Cádiz)

Civitas-Thompson Reuter. 586 páginas, 72 euros


Generalmente son poco conocidas las ideas económicas de los liberales españoles decimonónicos, exceptuando la desamortización de los bienes de la Iglesia y de las corporaciones públicas -en lo que hubo muy notables diferencias internas-, y su posición a favor de la libertad de comercio, en torno a la cual hubo, no ya desacuerdo, sino abierta oposición dentro de un mismo partido político. Este libro de Manuel Martín Rodríguez, economista a quien debemos decisivas contribuciones históricas, aborda dichas cuestiones, en el período que alcanza desde la promulgación del Estatuto Real en 1834, tras la muerte de Fernando VII, a las postrimerías de la Primera República, en 1874.

El libro no sigue este decurso temporal en su contenido, sino que se divide en tres grandes temas - la recepción de las ideas económicas liberales en España; la Hacienda, la economía y el Estado; el comercio internacional, el dinero y los bancos-, para analizar de manera pormenorizada, ahora sí según un criterio temporal, cada uno de estos debates. Ciertamente no todos los liberales del siglo XIX fueron profesores universitarios ni miembros de las Reales Academias, pero el autor califica de "académicos" a quienes basaron su acción legislativa en doctrinas económicas claramente identificables, tanto más cuando (como ocurrió con Bravo Murillo o Santillán) algunos fueron autores de importantes reformas financieras o administrativas, e incluso escribieron obras indispensables hoy para conocer la realidad económica decimonónica. Por lo demás, Martín Rodríguez concede cumplida atención a políticos que fueron empresarios, como José Salamanca, o periodistas como Andrés Borrego.

Manuel Martín Rodríguez es uno de los mejores conocedores de la recepción de la ciencia económica a España en los dos últimos siglos. Por ello resulta sorprendente su consideración benévola de la asimilación en nuestra nación de la teoría económica clásica entre 1834 y 1874. En aquella España no hubo ciertamente un John Stuart Mill ni un Gossen, pero es que además podrían contarse con los dedos de una mano los especialistas capaces de comentarlos con cierta solvencia científica. Sí hubo recepción de las ideas doctrinales del librecambio -además de los conceptos del socialismo utópico-, principalmente a través de Bastiat, el gran divulgador del liberalismo de la época, pero los estudios de economía en las aulas universitarias españolas anteriores a los comienzos del siglo XX, salvo contadas excepciones que Martín Rodríguez ilustra con exactitud, eran sencillamente menesterosos. En cambio, en el apogeo del liberalismo español hubo políticos de indudable capacidad intelectual que supieron proyectar sus reformas con ambición de futuro, fundamentadas en razonamientos sólidos e infrecuentes sobre los problemas económicos de la sociedad. Este fue el caso, entre otros, de Salaverría, Figuerola, Ardanaz, García Barzanallana o Echegaray, aunque es preciso añadir que algunos de estos proyectos quedaron inacabados, ya fuera por el optimismo irreal de dichos reformistas, ya fuera por la violenta transitoriedad de la política española anterior a la Restauración de 1875. Sirvan como ejemplos de dichos proyectos estos tres: la utilización de recursos financieros extraordinarios del Estado-los derivados de la desamortización general de 1855- para una inversión que se esperaba trascendental en el futuro, la construcción de la red ferroviaria básica; la simplificación y reducción de los impuestos, con la idea de que el Producto Interior aumentase y con él, el total de la recaudación tributaria; la eliminación de reglamentaciones y controles gubernativos, bajo la convicción de que, con ellos, se ahogaba los impulsos de inversión y de iniciativa empresarial en los mercados.

Del examen de esta obra de Manuel Martín Rodríguez surge una pregunta inevitable: ¿acaso no eran los políticos españoles más relevantes de mediados del siglo XIX - los llamados con reticencia "liberales decimonónicos" - más inteligentes y más eficaces que sus homólogos de comienzos del XXI? La reflexión suscitada tras la lectura de este libro es su mejor recomendación.