Image: La misión en el exterior de las Fuerzas Armadas de España

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Ensayo

La misión en el exterior de las Fuerzas Armadas de España

José Luis Rodríguez Jiménez

25 junio, 2010 02:00

Militares españoles en Afganistán. Foto: Mónica G. Prieto

Alianza. 294 pp. 20 euros


Las fuerzas armadas -escribía hace treinta años Daniel R. Headrik en Ejército y Política en España (1866-1898)- han tenido, tradicionalmente, un triple cometido: impedir la agresión exterior, facilitar una política exterior eficaz y defender al Gobierno de turno contra los enemigos del interior. En las sociedades industrializadas han adquirido un cuarto rol, al convertirse, para bien o para mal, en la punta de lanza del desarrollo económico y tecnológico, como ya advirtió Eisenhower.

Las misiones en el exterior son un instrumento esencial de cualquier política exterior activa y seria. En consecuencia, recurren a ellas sólo los países que pueden y aspiran a tener una proyección regional o global. Las misiones del Ejército español en el exterior, omnipresentes en la época imperial, se reducen drásticamente en el XVII y XVIII, se reactivan con enormes dificultades en la segunda mitad del XIX (Portugal, Italia, Marruecos, Indochina, México...) con fines casi siempre internos y desaparecen tras los desastres de Cuba, Filipinas y Anual.

"Durante los años 60 y 70 del siglo pasado, las acciones de nuestras Fuerzas Armadas fuera del territorio nacional quedaron reducidas a la defensa de las posesiones coloniales en el noroeste de África, a dos operaciones de sanidad militar (Vietnam y Nicaragua) y a la cooperación humanitaria y militar con Guinea Ecuatorial desde 1979 hasta 1991", escribe en este volumen Rodríguez Jiménez, titular de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos.

Hubo que esperar a la consolidación de la democracia y a la integración de España en las principales organizaciones internacionales (OTAN, UEO y UE) en los 80 para la primera participación española en misiones ONU, cuando siete militares del Ejército de Tierra se integraron en el equipo de verificación de la retirada cubana de Angola en 1989. En abril del mismo año España aporta 85 miembros del Ejército del Aire y 8 C-212 Aviocar a la misión ONU de apoyo a la independencia de Namibia. Eran observadores desarmados y voluntarios en comisión de servicio de un Ejército sin profesionalizar, pioneros de un cambio histórico que, en los 22 años siguientes, han llevado a más de 130.000 militares españoles a 52 operaciones de paz y de ayuda humanitaria en los cuatro continentes. Con los 4 fallecidos en el accidente de helicóptero de Haití a mediados de abril, ascienden a 160 los muertos, la mayor parte de ellos en accidentes, al servicio de la paz.

En su investigación, Rodríguez Jiménez nos conduce por los meandros de las más importantes: Centroamérica, Bosnia, Afganistán... En siete capítulos, desmenuza las claves de la aportación más importante que ha hecho España a la seguridad internacional en varios siglos. Centroamérica fue la experiencia bautismal, Bosnia (en proceso de cierre) el gran laboratorio de formación e Irak un desastre sin paliativos (no por culpa de los militares, sino de los políticos). Las misiones han cambiado radicalmente, los riesgos han aumentado exponencialmente y el costo, como acaba de comprobar otra profesora de la Juan Carlos I, Paulina Correa, se ha disparado. Además de ser, en palabras de Carme Chacón, "la más dura, arriesgada y difícil", Afganistán es la más cara de la historia. Si contamos el precio de Libertad Duradera (2002-2004), España ya ha invertido en ella más de 1.900 millones de euros, casi una cuarta parte del total gastado en las misiones desde el 89.