Ensayo

Los Kennedy: mi familia

Edward M. Kennedy

8 octubre, 2010 02:00

Traducción de M Cavándoli. Martínez Roca. 2010. 608 págs. 23 euros


El más joven de los hermanos Kennedy, fallecido a los setenta y siete años tras más de cuatro décadas como senador, se había convertido en los últimos tiempos en el gran patriarca del liberalismo americano, respetado por amigos y adversarios. No habría sido fácil imaginarlo cuando en su etapa de estudiante fue expulsado de la Universidad de Harvard por haber hecho trampa en un examen, de lengua española por más señas, o cuando en el año 1969 el coche que conducía cayó en las aguas de una laguna, en las que se ahogó la joven que le acompañaba, sin que él contara lo ocurrido hasta varias horas después.

No fue el único error de su vida, pero Ted Kennedy salió adelante gracias a su extraordinaria capacidad para superar tanto las desgracias con que el destino le afligió como las con- secuencias de sus propios actos, como en el caso de aquel fatal accidente. Ello es lo que hace tan atractivo su libro de memorias, publicado en Estados Unidos inmediatamente después de su muerte y ahora traducido al español con el título, no del todo exacto, de Los Kennedy: mi familia.

Quien busque en él revelaciones novedosas, ya sea en el terreno político o en el personal, quedará defraudado. Su trayectoria política es bien conocida y respecto a su vida privada Ted no oculta que ha sido un amante de los placeres de la vida, sexo y alcohol incluidos, pero no ofrece un relato de sus conquistas al modo de Casanova ni se ocupa de rebatir lo que la Prensa sensacionalista ha contado de él en ese aspecto. Sin embargo, el libro cautiva desde las primeras páginas, en las que narra cómo en la primavera de 2008 su existencia de hombre feliz con su segunda esposa Vicki -libanesa por ascendencia y con unos ojos maravillosos-, de navegante entusiasta y de político satisfecho al ver cómo su partido renacía con el vigor de Obama se vio truncada por la amenazadel cáncer.

En las páginas siguientes, los recuerdos personales y políticos se entrelazan de manera bien equilibrada, no sabemos si por mérito suyo o de su colaborador en la escritura de Los Kennedy, Ron Powers, autor de una aclamada biografía de Mark Twain. En todo caso el libro presenta con viveza una vida apasionante, en la que ocupa un lugar central su extraordinario entorno familiar, el de la más carismática dinastía política americana.

Fue una familia privilegiada por talento y fortuna, pero también castigada por la adversidad, en la que el primogénito Joe murió en acción de guerra y su hermana Kick falleció con su prometido en un accidente aéreo, mientras que Jack y Bobby perecieron en magnicidios que conmocionaron al mundo. No es extraño que tras la pérdida de Bobby, Ted quedara destrozado, pero no renunció a su vocación política. Hombres de ese temple, que por su valor ante los golpes del destino recuerdan a los romanos de época republicana, hubieron de tener un padre fuera de lo común y Joseph Kennedy lo era.

En las memorias de Ted no se alude a su fama de mujeriego, ni a su discutida trayectoria como hombre de negocios, aunque sí a su oposición a la guerra con Hitler, que hundió su carrera política. Aparece en cambio un padre a la vez severo y entrañable, empeñado en hacer de sus hijos unos luchadores que jamás se rindieran. Del propio Edward Kennedy se puede decir, en términos romanos, que sirvió con distinción al senado y al pueblo de los Estados Unidos.