Image: Cinco novelas en clave simbólica

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Ensayo

Cinco novelas en clave simbólica

Víctor García de la Concha

29 octubre, 2010 02:00

Víctor García de la Concha. Foto: S. Sánchez

Alfaguara. Madrid, 2010. 304 páginas, 18'50 euros

No es necesario presentar al autor de este libro, Víctor García de la Concha (Villaviciosa, 1934), catedrático de la Universidad de Salamanca, miembro de la RAE desde 1991 y su director desde 1998, además de presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Convendría recordar que sus libros y ensayos ejemplifican sus diversos intereses y marcan hitos, ya que si algunos de sus estudios sobre la literatura del Siglo de Oro son casi insuperables, no ha sido menor su interés por historiar y analizar la poesía española contemporánea. Tal vez por ello resulte sorprendente su nuevo libro, en el que analiza cinco novelas desde la perspectiva del símbolo (no del simbolismo). La elección tampoco es casual: La casa verde, Cien años de soledad, Madera de boj, Volverás a Región y Sefarad una novela de novelas.

Tres de los autores de tales novelas alcanzaron el Nobel: Vargas Llosa, García Márquez y Camilo José Cela. Los dos restantes marcaron una inflexión en la evolución de la narrativa en español, como Benet, quien ya desde su primera obra ocupó un lugar destacado en nuestra narrativa, o como Muñoz Molina. Pero García de la Concha, en lugar de acercarse al conjunto de las obras de los autores elegidos, ha preferido diseccionar, como riguroso analista, un solo texto de su producción, en ocasiones amplia y hasta contradictoria.

Ha elegido novelas difíciles, aunque ricas en sugerencias. La dedicatoria y la mención a Ricardo Gullón y a su "iluminador ensayo Espacio y novela" no es casual, sino un signo de complicidad para cuantos aquel breve libro se nos convirtió en obra de referencia y estímulo teórico. Parte García de la Concha, sin embargo, desde textos teóricos sobre narrativa clásicos o más recientes, ya sea Georges Poulet, Améry, Boris Uspensky o B. Marchal, al que con razón contradice cuando proclamó que "la estética simbolista es, hasta cierto punto, antinovelística".

El impulso para reunir estos análisis procede, según declaró su autor, de Benet, quien le solicitó la anotación a su novela que habría de permitirle evadir las condiciones leoninas de su contrato con la editorial Destino. Recuerdo muy bien el tema que el propio Benet me comentó. Pero el texto de García de la Concha va mucho más allá que una mera aclaración textual. Inspirándose en su libro teórico La inspiración y el estilo, donde proclama que "el crítico moderno ha perdido la humildad de sentirse sujeto a las leyes de la constitución literaria", transforma la novela de Benet en un texto perfectamente comprensible, ofreciendo, como hizo Dámaso Alonso respecto a Góngora, casi una traducción argumental de la novela (p. 165). Cualquier edición que se precie debería llevarla, al inicio, para disfrutar de los mecanismos y trampas, del ritmo de su prosa.

Pero la clave en las cinco novelas es el uso de la memoria. Sobre La casa verde, la más compleja novela de Vargas Llosa, escribe: "Con la manipulación de los tiempos de la narración y lo narrado, a la vez que el novelista borra límites y traspone el conjunto del relato al espacio de la memoria, va sembrando signos de referencia que, al hilo de una lectura atenta, encienden señales de correspondencia y cierran círculos de significación".

En las novelas tratadas, incluida Cien años de soledad (el ensayo procede de la edición de la RAE de 2007), contra lo que inicialmente se entendió como realismo mágico, las memorias del novelista demuestran la exageración de lo biográfico hasta culminar en la exacta consideración final: "ha logrado el milagro del arte: que esos ecos se respondan, cual en un poema bien trabado o en una gran sinfonía, en el poblado espacio inmenso de la soledad de Macondo hecho libro". La complejidad de Madera de boj, de Cela, que García de la Concha califica certeramente en su título como "un viaje del alma" deriva, según atestiguó ya Darío Villanueva, de un proyecto de 1944. El escritor acumuló una extensa documentación sobre el propio terreno, pero "el ritmo titánico en este tipo de series cerradas marca el paso de la danza circular en la que todo gira […] A fuerza de estar preñada de realismo, la escritura se torna metarreal y mágica" (p. 137). Muñoz Molina crea también en Sefarad "varios núcleos simbólicos configurados con una técnica análoga: leves alusiones fragmentarias a lo que sucede a distintos personajes…" (p. 288).

El análisis al que ha sometido los cinco textos permite hilvanar un modelo de análisis. Pero lo que debe valorarse en mayor grado es la relación que guardan entre sí: un propósito general e intergeneracional, que establece los vasos comunicantes entre lo poemático y lo narrativo, lo imaginario y lo vivido.