Ensayo

El cadete Vargas Llosas

Sergio Vilela

18 febrero, 2011 01:00

El cadete Mario Vargas Llosa.

Prólogo de Alberto Fuguet. Alcalá Editorial, 2011. 199 páginas, 18'95 euros


Sergio Vilela es un joven periodista peruano (Lima, 1979) con clara vocación literaria en su hacer. En 2003 publicó este libro en Perú, ahora alargado con un capítulo nuevo para su edición española, sin duda urgida por el Nobel de Vargas Llosa. Como todo el mundo sabe la primera gran novela de Mario, La ciudad y los perros (1963) recoge, noveladas, las experiencias del escritor como cadete -a sus catorce/quince años- en el severo colegio militar Leoncio Prado de Lima. Vilela ha querido indagar en la vida de Vargas Llosa en ese colegio, en sus métodos, los compañeros de promoción del escritor y en lo que puede haber de realidad y ficción en La ciudad y los perros.

Digamos de entrada que un joven Mario que quería ser marino ingresa en ese colegio por orden de su severo padre -Ernesto Vargas Maldonado- y para huir de él. Sólo lo conoció cuando tenía diez años y mantuvo una relación dificil y tensa que -según declaró- ha procurado no repetir en absoluto con sus hijos. "Perro" -en el lenguaje leonciopradino- era el nombre, obviamente humillante y despectivo, con que los veteranos designaban a los novatos, que como en tantas instituciones masculinas -y militares- eran objeto de burlas, novatadas y todo género de fechorías. Vargas -aunque se nos dice que intentaba pasar desapercibido y era callado- fue objeto de alguna de estas gamberradas y las hizo a su vez, cuando le llegó el turno... No guardó buen recuerdo del colegio y a los responsables del Leoncio Prado no les gustó La ciudad y los perros, cuando se editó en Perú, después que en España.

Avisemos que El cadete Vargas Llosa es un libro ameno que se lee con placer, que nos enseña lo mucho que Vargas debe a la realidad que vivió como cadete adolescente para escribir su novela, pero que es un texto más generalista que minucioso. Es decir, no sigue día a día ni mes a mes la vida del cadete, sino que nos cuenta en rasgos generales cómo era la vida y la disciplina del Leoncio Prado, quiénes eran algunos de los compañeros del escritor y, sobre todo, quiénes fueron dos de los personajes más notorios de la novela, el "Jaguar", matón y chulesco -fallecido ya- y el tímido y abusado "Nene" -al que en realidad llamaban "el esclavo Lynch"- y al que el periodista sólo logra saber de lejos, pues vive desde hace muchos años fuera del Perú, y nada quiere saber de aquel mundo brutal. Se nos habla también de los profesores -poco del poeta César Moro, que lo era de francés-, de las escapadas, de la vida sexual de los cadetes, prostibularia o masturbatoria, y esencialmente de los rasgos que más nos interesan para el Vargas Llosa futuro: que Mario prestaba sus servicios a sus compañeros para escribir lindas cartas de amor a las enamoradas, y que asimismo bajo modesto pago de centavos o cigarrillos, escribía novelitas pornográficas que los compradores guardaban bajo su almohada para lo que fuera menester o que leían en alta voz para salud venusta de todos.

Por desgracia -y acaso para bien del hoy premio Nobel- parece que nadie conservó ninguna de aquellas lúbricas joyitas, ni los títulos siquiera. El cadete Vargas Llosa no es un libro exhaustivo, pero es de grata lectura y sirve para saber cómo fue por dentro aquel duro colegio militar Leoncio Prado y para comprobar cómo la realidad de la ficción, aunque inspirada en lo real, es mucho mejor que lo que entrevemos de la realidad misma. Naturalmente Mario es "el Poeta" de la novela. El mismo ocupadísimo escritor que leyó este libro sobre su adolescencia leonciopradina en 2003 y le dijo al autor, que le pregunta qué le ha parecido el libro, escuetamente, pero agradecido: "Me sorprendió".