Image: Renacida. Diarios tempranos (1947-1964)

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Ensayo

Renacida. Diarios tempranos (1947-1964)

Susan Sontag

20 mayo, 2011 02:00

Susan Sontag. Foto: José Aymá

Edición de David Reiff. Traducción de Aurelio Major. Mondadori. 312 pp, 20'90 e.


Hay al menos dos maneras de confeccionar un diario íntimo, aunque suelen mezclarse. Normalmente el diario publicado proviene de notas y fragmentos escritos en el día a día de los sucesos y reflexiones que habitualmente después son más o menos elaborados para convertir el conjunto en un diario perfectamente íntimo pero literario también. Como nos avisa David Reiff, el hijo de Susan Sontag y editor de estos primeros diarios de su madre, Sontag llevó diarios desde muy joven, a menudo irregularmente y los escribía en cuadernos que guardaba en su habitación. Susan Sontag (Nueva York, 1933-2004) no publicó en vida ni siquiera un fragmento de estos diarios y no llegó siquiera a reelaborarlos para su publicación, por lo que su hijo duda si hace bien en darlos a la imprenta aunque cree que sí. Su madre no le dejó ninguna instrucción al respecto, porque cuando falleció, dice Reiff, no creía que iba a morir… Personalmente, yo creo que ha hecho bien en publicarlos, pues aunque son diarios un tanto silvestres, están a menudo llenos de pasión y explican muy en directo los dos caracteres que configuran la identidad de Susan Sontag, que llegó a ser acaso una de las últimas imágenes vivas del intelectual comprometido al viejo estilo.

Este primer tomo abarca una notable selección (hecha por su propio hijo) de los diarios desde fines de 1947 -la autora tiene casi quince años- hasta finales de 1963, cuando tiene algo más de 30 y todavía no es una figura estelar aunque ya marcha en su carrera literaria e intelectual.

Lo primero que llama la atención en estos diarios -con notables lagunas, ya que algunos años los abandona- es la férrea voluntad intelectual de la autora, su voraz apetito lector y su seguridad (más de uno debiera tomar ejemplo) de que sin una formación vasta, rica y sólida, todo intento de opinión intelectual está llamada a la merma, a la pobreza y en suma, al fracaso. Asombra leer la amplitud y generosidad de las lecturas de la joven Sontag en Estados Unidos o en París. El otro dato que marca el diario y su carácter es su duda sexual, su inseguridad personal y física frente a la solvencia de su mente. Aunque al final Sontag evitaba el tema, el diario nos cuenta que los primeros escarceos y enamoramientos de esta bisexual que se casó temprano fueron lésbicos, y que pese a su matrimonio heterosexual y el amor a su único hijo, quizás el sentimiento sexual básico de Susan fuera el lesbianismo.

Pero como tantos intelectuales, Sontag luchó a menudo entre el relativo disgusto que le producía su cuerpo y la insatisfacción de algunas relaciones sexuales, con su seguridad inteligente. Sontag se soñó narradora, pero, aunque publicó varias novelas, fue ante todo conocida por sus ensayos varios, que publicaba en periódicos o revistas y recogía luego en libros que alcanzaron fama mundial, desde Contra la interpretación de 1966 hasta el último que publicó en vida Ante el dolor de los demás.

Intelectual apasionada, pero intelectual ante todo, nos sorprende el rápido matrimonio que terminará en divorcio, su inmensa voracidad mental y no pocos reproches propios de un diario a corazón abierto, más evidentes en este tomo, pues se trata de escritura en agraz: "Me caso con Philip con plena conciencia y temor a mi voluntad de autodestrucción" (Enero de 1951: tiene 18 años). "La vida es un suicidio mediado" (1957, 24 años). "Los ilícitos son los amores más perfectos" (1958, 25 años). "No soy buena persona. Repetirlo veinte veces al día. No soy buena persona. Lo siento, es así." (1961, 28 años). En sus principios era devota de André Gide, al que nunca olvidó. Oyó una conferencia de Anaïs Nin y entrevistó (llena de timidez) a Thomas Mann. Luego, todo se ensanchó. Un libro despeinado, pero pocas veces falto de interés.