Berlín
Ales Steger
15 julio, 2011 02:00Este Berlín, que podría leerse como un suplemento sentimental de una guía durante un viaje a la ciudad, es un inventario de escenas, pero también un ensayo sobre dos puntos que parecen converger en casi todos los capítulos y que dan coherencia al texto: la reflexión sobre la experiencia de la extranjería (y de serlo, además, en la ciudad más extranjera del mundo, esa ciudad doble y extranjera casi hasta para sí misma) y la conciencia del espacio berlinés como una ciudad-grieta. "Berlín es un monstruo" y "Berlín es la ciudad más maravillosa del mundo" no le parecen a Steger frases contradictorias, sino más bien extrañamente complementarias. Steger alterna textos más líricos con otra mirada compasiva, alegre (y a ratos hasta atemorizada) a los berlineses y muchos de sus mejores textos de este libro salen precisamente de ahí. La mirada de Steger es la del extranjero y el vagabundo y con frecuencia recae sobre los más desamparados, pero con un timbre que no es ni complaciente ni compasivo, sino sencillamente amistoso.
Es también una mirada culta y no tardan en hacer aparición las referencias de la vida literaria de la ciudad; desde Brecht hasta Ingeborg Bachmann, Walter Benjamin o Rilke, pero bien aderezados aquí con "dragones y travestis", el autor es proclive a jugar con el lector reservándose, sólo para sí, el destino de la narración y evita el que habría sido el peligro más claro de este libro; el de haber caído en una sencilla sucesión de "estampas berlinesas". Uno tiene, finalmente la sensación de haber conocido algo más. "El extrañamiento no se alcanza al llegar a una ciudad extranjera, sino más bien cuando se vuelve por primera vez a casa. Entre aquel que sigue sintiéndose en su hogar y el lugar que entretanto ha dejado de ser para él la casa se ha interpuesto una delgada lente". La lente, para suerte del lector, es la mirada de Steger.