Image: La II República en el exilio (1939-1977)

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Ensayo

La II República en el exilio (1939-1977)

J. Sánchez Cervelló

7 octubre, 2011 02:00

Negrín, presidente de la República en el exilio, en Londres

Planeta. Barcelona, 2011. 575 páginas, 29'90 euros

El 10 de enero de 1945 se reunieron en México las Cortes de la República española en el exilio. En el diario de aquella sesión aparecía una lista de 127 nombres "de señores diputados fallecidos desde julio de 1936 hasta la fecha". La verdad es que, en aquella relación sobraban al menos 9 de los nombres, porque estaban vivas, aunque podrían haberse añadido los de otros 5 diputados fallecidos desde el comienzo de la guerra. Total: 123 diputados muertos. Una estadística más ajustada nos permite establecer que 27 de los diputados elegidos en febrero de 1936 fueron asesinados en la zona leal a la República, mientras que el bando franquista asesinaría a 42, a los que habría que sumar otros 17 tras la guerra. En cualquier caso estas terribles estadísticas -que nos hablan de unas Cortes que acababan de perder a más de la cuarta parte de sus miembros- nos permiten comprender la dificultad de la tarea de reconstrucción de las instituciones republicanas en el exilio, que se emprendería a partir de 1945.

Ese es el objeto de atención del apasionado alegato republicano que realiza ahora Sánchez Cervelló, con un excelente reconocimiento de una rica bibliografía existente y buen manejos de fuentes documentales inéditas que son fruto de la floración de muchos archivos del exilio en los últimos años. Un libro que sigue la estela de los trabajos de José Borrás, José María del Valle o Sonsoles Cabeza, pero que tiene una mayor voluntad de exhaustividad. El estudio entronca la trayectoria política de las instituciones republicanas con la transición tras la muerte de Franco, a la vez que sirve para contraponer la experiencia de los republicanos exiliados con lo sucedido en España después de 1975. El autor se alinea en el grupo de los que quieren ver esa Transición como una "operación de desmemoria", en la que se pretendía hacer creer que la democracia había llegado con la actual Monarquía y, además de una declaración de apoyo a las actuaciones de juez Garzón, lamenta que no se produjera una depuración de "funcionarios antidemocráticos", sin que tengamos mayores indicaciones sobre la manera de determinar quienes pertenecían a esa categoría. Desde esa perspectiva no es de extrañar que el mismo carácter monárquico de la Constitución de 1978 le parezca una demostración de su carácter excluyente, y que su aprobación significara una nueva derrota de los ideales republicanos. Más allá de estas afirmaciones programáticas, el libro se mueve en el terreno de una crónica de los avatares de aquellos republicanos que, en torno a 1945, albergaron la esperanza de que la recuperación de las instituciones de la República en el exilio podría contribuir al derrocamiento del franquismo.

Las cosas no sucedieron así y pronto se pudo comprobar que las potencias aliadas no iban a empeñarse en cambiar la situación política española. Esto se traduciría en un progresivo declive de aquellas instituciones, en el que el autor adjudica una buena parte de responsabilidad a la actuación de Indalecio Prieto y, por extensión, al peso que el Partido Socialista tendría en el Gobierno republicano en el exilio. En las tensiones que se produjeron entonces entre Prieto y Negrín, el autor toma partido por el segundo, mientras que arroja dudas sobre la honestidad del comportamiento del primero en relación con la gestión del tesoro del "Vita". En cualquier caso, las instituciones republicanas en el exilio se prolongarían hasta que la recuperación de la democracia en España las hizo innecesarias. Este volumen presta una gran ayuda a quienes quieran conocer su trayectoria.