Image: La hoguera del capital

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Ensayo

La hoguera del capital

Vicente Verdú

4 mayo, 2012 02:00

Vicente Verdú. Foto: Bernabé Cordón

Premio Temas de Hoy, 2012. Temas de Hoy. Madrid, 2012. 224 páginas, 18'90 euros

Desde hace cuatro décadas Vicente Verdú está empeñado en el análisis psicosociológico más difícil y complejo, el de los elementos que articulan la realidad social semienterrada en la vida cotidiana. Ilicitano de 1942, su trabajo en el mítico Cuadernos para el dialogo, en la Revista de Occidente o en El País se ha visto acompañado por tres decenas de libros. Por este último, La hoguera del capital, ha recibido el Premio Hoy de Ensayo concedido por la editorial Temas de Hoy. Premio que se suma a otros de importancia como el Premio Anagrama o el Espasa de Ensayo. Bien es cierto que ninguno tan dotado como éste: 60.000 euros.

En dos de sus libros anteriores, El estilo del mundo (2003) y El capitalismo funeral (2009), ambos publicados en Anagrama, Vicente Verdú describía la formación, desarrollo y mutación de la democracia. Dos textos brillantes y potentes que con fuerza premonitoria dejaban ver las costuras de una sociedad con muchas vías de agua. En esta entrega, Verdú acomete la titánica tarea de diseccionar la oscura y tozuda crisis que está haciendo trizas el Estado del Bienestar que las sociedades occidentales, sobre todo las que componen la Unión Europea, habían alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial.

Para componer La hoguera del capital, Vicente Verdú ha enjaretado doce capítulos precedidos por un prólogo en el que desde el primer párrafo deja bien claro algo aterrador: de esta "Gran Crisis" no se sabe cómo salir. Ni el común de los mortales ni los expertos en economía o en ciencia política conocen el camino para salir del atolladero. La crisis se le antoja a Verdú como una especie de monstruo fabricado de emociones. Una derivada de las patologías colectivas y sentimentales que al recibir un tratamiento mediático disparatado ha devenido en un complejo desorden capaz de grandes destrozos y de mutar en el "principio de otra historia".

Para entender el origen y la magnitud de la crisis, Verdú comienza por advertir, ya en el primer capítulo, que no estamos sólo ante un problema financiero sino frente a una crisis que es también económica, social, cultural y moral. Desde estos supuestos se arma a veces de pico y pala y en ocasiones de bisturí y escalpelo para ir desentrañando lo gordo y lo fino del problema. Primero entra en las agencias de calificación. A continuación gira para ocuparse del dinero que se maneja en el coleccionismo y en el mercado de las grandes piezas de arte. Damien Hirst y Ai Weiwei quedan expuestos.

El Movimiento 15-M como representación de la hipertrofia de las emociones le sirve a Vicente Verdú a modo de trampolín desde el que salta y salta. Grecia desfila ante los ojos del lector como un país cuya deuda es superior, en porcentaje del PIB, "al que se exigió a Alemania, tras la Primera Guerra Mundial, en el tratado de Versalles". Algo imposible de pagar.

Al hilo de los elementos que Verdú presenta como las vértebras de la crisis, nuestro autor establece un símil muy sugestivo con las series televisivas. Una serie, por su carácter fractal, representaría mejor que una película el "fracaso sistémico" en el que nos encontramos. La "Gran Crisis" nos sorprende con una población envejecida acostumbrada a recetas obsoletas. Ya nada es lo que era. La transformación del automóvil le sirve a Vicente Verdú, profundo conocedor de la semiótica del coche, como metáfora para ilustrar un mundo venido a menos. Un mundo en el que la familia sigue siendo una estructura social esencial pero cuyo cemento no es ya tanto el amor como las circunstancias económicas.

Se cierra este singular e iluminador volumen con un epílogo en el que se hace una llamada a los "media" para que con su influencia contribuyan a transformar la "Gran Crisis" en un esfuerzo de solidaridad y cooperación en el que las mujeres tendrían un papel protagonista. De la superación de la crisis, de su metamorfosis emergería un "porvenir más saludable y empático, más cariñoso, complejo y vecinal".

Superar la crisis apelando a un esfuerzo de cooperación, pensar una sociedad postcrisis basada en la afectividad, la empatía y el acuerdo, como sugiere Verdú, suena bien pero encaja mal en el momento histórico. Si el relleno de la "Gran Crisis" es la hipertrofia de las emociones nos encontramos, como podemos leer en estas páginas, en un camino en el que la racionalidad ha perdido terreno en la familia, la empresa o la política. Con más emoción y menos razón es difícil predecir la salida de la crisis.