Image: La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal

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Ensayo

La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal

Christian Laval y Pierre Dardot

14 junio, 2013 02:00

Mario Draghi, presidente del BCE

Traducción de Alfonso Díez. Gedisa, 2013. 427 páginas, 23'90 euros


Este libro es un ejercicio de propaganda marxista. Como es norma en el totalitarismo, se invita al lector al prejuicio de que la libertad es mala y excesiva. Así, la crisis económica, que ha llevado a un aumento del Estado en todo el mundo, es presentada como prueba del refuerzo del liberalismo. Al tratarse de una falsedad demasiado grosera, se la reviste recurriendo a la distinción entre laissez-faire y liberalismo, cuyo origen puede remontarse a los ordoliberales alemanes que defendieron el mercado libre pero a la vez propiciaron la intervención del Estado para impedir los monopolios -es paradójica esta fantasía siendo el Estado el primer monopolista.

Ese liberalismo intervencionista, que puede rastrearse hasta Mill, es lo que definen los autores como neoliberalismo. Dirá usted: lo alabarán, separándose de los manchesterianos. Pues es un lío, porque no lo alaban sino que lo condenan en un galimatías donde el crecimiento objetivo del Estado no demuestra su victoria sino su derrota. El neoliberalismo logra que el Estado se auto inflija recortes, pero a la vez crezca; impone la competencia pero a la vez el intervencionismo la limita. En realidad, lo único que está claro en este libro es el rechazo de los autores a la libertad y su aprecio por el socialismo, que busca "el bienestar de la población". Como esto es dudoso, apelan a la vieja táctica de la demonización del adversario: en este caso es una poderosa conspiración que se dedica a liquidar el Estado. Sí, ese que cobra cada vez más, que recorta las libertades cada vez más, está siendo ¡desmantelado! Se utiliza esta increíble idea en varias oportunidades (pp. 191, 222, 224, 285, 294, 316, 395). Dicen seriamente que los impuestos bajaron y las subvenciones fueron proscritas (pp. 221, 269). Se habla vaporosamente del comunismo como "sovietismo" que "parecía" un fracaso.

La esencia del mensaje es la defensa de la coacción estatal que no facilite ni promueva la competencia, sino la sujeción del ciudadano al poder, que es solidario, y viola la libertad, para defenderla, claro, porque la libertad es "la combinación de las coerciones ejercidas sobre aquellos que son fuertes y las protecciones de aquellos que son los más débiles" (p. 54). Las ideas y hasta la terminología son típicamente marxistas, desde el rechazo a la socialdemocracia tipo Tercera Vía hasta la atribución de todos los males a la libertad, desde el sometimiento y alienación del trabajo, simple mercancía, hasta la acumulación de plusvalías a expensas de los asalariados. Mi disparate favorito es el diagnóstico que el libro formula sobre Europa, cuyos políticos, que no hacen más que subir los impuestos para defender el Estado social, están "contra el Estado social" (pp. 251). Al final, los autores ven el ímpetu liberal en cualquier parte, y la Constitución Europea, ese delirante paradigma intervencionista es…hayekiana (pp. 271). Y mientras pretenden ser los únicos genuinos demócratas, lo que es una antigua mentira marxista, los autores no dudan en condenar siempre al mercado, porque allí la elección del ciudadano no es libre sino (vamos ¿no lo adivina usted?) "supuestamente libre" (p. 225).