Ensayo

El telón de acero. La destrucción de Europa del Este, 1944-1956

Anne Applebaum

9 mayo, 2014 02:00

Traducción de Silvia Pons Pradilla. Debate. Barcelona, 2014. 704 páginas. 29'90 euros. Ebook: 11'90 euros

Los lectores interesados en la historia política del siglo XX recordarán probablemente Gulag. Historia de los campos de concentración soviéticos, el anterior gran libro de Anne Applebaum (Washington D.C., 1964), una obra monumental que yo mismo tuve ocasión de reseñar en estas páginas, que ganó el Pulitzer de no ficción en 2003 y que fue pronto traducido al español y publicado en la misma editorial (Debate, 2004) que ahora nos presenta El telón de acero. Diez años después la ambición y la minuciosidad investigadoras de la periodista norteamericana se mantienen en este nuevo reto, un fresco impresionante de lo que fue la vida cotidiana, económica, cultural y sobre todo política del este europeo bajo el yugo soviético. No obstante, conviene precisar que su investigación tiene una estricta delimitación cronológica (desde los estertores de la guerra al año 56) y, aún más importante, que se centra solo en tres países (Polonia, Hungría y República Democrática Alemana), dejando el resto de las naciones de la zona en un discreto segundo plano.

Aun con esas especificaciones, estamos ante un esfuerzo colosal, que implica el dominio de varias lenguas, un gran conocimiento del contexto a varios niveles, un rastreo por innumerables archivos y una habilidad incuestionable para orientarse entre fuentes variopintas y una documentación abrumadora (solo las notas y bibliografía ocupan unas cien páginas del volumen). Pero que no se espante el simple interesado: el tono y el lenguaje de Applebaum siguen siendo lo mismo de cercanos, atractivos y diáfanos que en trabajos anteriores. En una palabra, consigue transformar la complejidad y hasta la posible aridez de una excelente monografía en el formato de la más trepidante crónica periodística.

El propósito fundamental de Applebaum es estudiar cómo se implanta en la práctica un sistema totalitario, cómo afecta a millones de personas y cómo la gente se adapta, subsiste o se rebela ante esa imposición. Ese objetivo se complementa con el examen de la destrucción premeditada de la sociedad civil y los diversos fenómenos que acompañan el proceso, desde la educación a las manifestaciones artísticas, pasando naturalmente por las formas de control de la población. Este punto, obviamente determinante para la supervivencia de los regímenes tutelados por Moscú, incluye a su vez la más variada gama de recursos, desde los burdos y brutales (ejecuciones, encarcelamientos, trabajos forzados) hasta los persuasivos (propaganda en prensa y radio). Todo ello conforma un panorama complejo de violencia, represión, silencio y miedo que marcaría de modo indeleble y uniforme, pese a la variedad de origen, a los diversos países que quedaron tras el telón de acero.

Con ser penosas las condiciones de vida -y hasta durísimas en algunos momentos o para algunas minorías-, Applebaum subraya en diversas ocasiones que lo peor fue tener que convivir con la mendacidad impuesta de forma permanente desde el poder: por decirlo con las sentenciosas palabras de uno de los más famosos disidentes, el checo Václav Havel, la obligación de "vivir en la mentira". Lo que importaba no era tanto creer o no en la teoría como "repetirla como un ritual". Bien es verdad, por otro lado, que el totalitarismo, con su voluntad desenfrenada e insaciable de controlarlo todo, tenía en sus propias entrañas las semillas de su destrucción, porque cualquier manifestación de vitalidad social, incluso la más nimia, terminaba convirtiéndose en una forma de protesta en potencia.

El totalitarismo nunca funcionó, nunca cumplió los objetivos que él mismo se proponía. Se menciona en este punto un dato revelador -y curioso para el lector español-- como es la comparación entre el PNB de Polonia y España entre 1950 y 1988, con un progreso apabullante de la segunda sobre la primera. Sin embargo, lo que sí consiguieron estos regímenes fue causar un daño inmenso a la sociedad civil. Según Applebaum se pone así de manifiesto cómo una minoría decidida, si cuenta con fuerza y recursos, puede destruir la libertad y las instituciones de forma duradera. Por eso, desde una perspectiva más distanciada, la autora considera que la historia de la estalinización muestra "lo frágil que puede llegar a ser la civilización".