Image: Crisis económica y cambios en el sistema financiero

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Ensayo

Crisis económica y cambios en el sistema financiero

Julio Rodríguez López

1 mayo, 2015 02:00

Miguel Blesa. Foto: Gonzalo Arroyo.

Catarata. Madrid, 2014. 125 páginas, 16€

Las convulsiones financieras, inherentes a la crisis económica de los últimos siete años, continúan suscitando un interés generalizado, con debates acerca de sus orígenes, tratamiento político y consecuencias sobre el conjunto de la sociedad. El presente libro de Julio Rodríguez resume, de modo muy eficaz, la evolución del sistema bancario español desde 2008, y aporta algunas explicaciones a la controversia dignas de reflexión.

Se subrayan los antecedentes de la crisis, sobre todo, el auge de la inversión inmobiliaria en España en el decenio 1997-2007, cuando la construcción residencial alcanzó el 12 por 100 del PIB. Dicha tendencia resultó muy favorecida por la política monetaria expansiva, tanto en Europa, como en Estados Unidos. El autor niega que la crisis española fuera sólo el resultado de un simple contagio de la internacional, como todavía afirman algunos. Tuvo determinantes propios, por ejemplo, la manipulación de la ordenación urbanística, o la actuación, en aquellos años, de las cajas de ahorro, fundaciones privadas de carácter social con fuerte presencia de políticos regionales y locales en sus órganos de gobierno, que asumieron un alto riesgo en la inversión inmobiliaria. Hay que tener en cuenta que, a comienzos del siglo XXI, las cajas de ahorro representaban el 50 por 100 del total del sistema crediticio. La peculiar supervisión de tales entidades, compartida entre el Banco de España y las propias comunidades autónomas, se revelaría como una particular debilidad de aquel modelo.

El autor atribuye responsabilidad de la gravedad y duración de la crisis al Gobierno por su resistencia, en el otoño de 2008, a recapitalizar las entidades bancarias con medios presupuestarios, a diferencia de lo hecho en otros países. La razón sería la negativa de la izquierda a que el Estado dedicara recursos públicos a sanear instituciones privadas. En 2009, tras la intervención de la primera caja de ahorros, fue creado un fondo (llamado FROB) para reforzar el capital de los bancos, en un proceso inducido de integración de corporaciones. Primaba entonces la idea de que las entidades de crédito se reforzasen por sus propios medios, por medio de fusiones entre ellas. Sin embargo, las cajas de ahorro, carentes de capital en acciones, sólo podían contar con la reinversión de sus beneficios. Por otra parte, había una fuerte resistencia política a que la integración institucional privara a una autonomía de sus propias entidades financieras. Todo ello imprimió lentitud al proceso de reconversión del sistema.

También se recurrió entonces a las denominadas "fusiones frías", o unión de negocios de distintas entidades. Así, en 2011 nació BFA, en la cual se integraron Cajamadrid y otras seis cajas de ahorros; de ellas, dos de gran tamaño -sobre todo, la madrileña-, que sufrían fuertes pérdidas desde el año anterior, tras asumir altos riesgos de inversión, además de un considerable endeudamiento. Ante la evidencia de su inviabilidad, sobre todo a la luz de las nuevas directrices financieras, como la llamada Basilea III, que exigían un refuerzo del capital y de los índices de solvencia y liquidez, los gestores de BFA segregaron una parte de su entidad, la más sana, llamada Bankia, que salió a Bolsa.

En 2012, con un nuevo gobierno, pero en buena medida bajo la inspiración del Fondo Monetario Internacional, se dictaron medidas que urgían una reestructuración y recapitalización más rápida de las entidades bancarias y que implicaban un abrupto reajuste a la baja de sus activos ligados al negocio inmobiliario. Ante la constatación de las considerables ayudas públicas que, en tales condiciones, requería el grupo BFA-Bankia, este acabó nacionalizado, la séptima entidad española que lo era. Otra conclusión de este libro, sin duda polémica a la luz de hechos posteriores a su edición, es que aquella intervención pública, tal y como se hizo, se convirtió en el detonante de la desconfianza internacional conducente, en mayo de aquel año, a la elevación de la prima de riesgo y a la petición ulterior de ayuda financiera al Eurogrupo.

El autor reconoce que tanto la estabilidad financiera como la evolución de la economía española han mejorado en la etapa posterior, en parte por la política expansiva de los bancos centrales, aunque subraya la debilidad del crédito concedido por la banca, así como la excesiva dependencia de la recuperación financiera de una política presupuestaria inflexible. Esta conclusión, como las anteriores, se presta al debate, tras la lectura de un libro que ayuda a la mejor comprensión de nuestra historia financiera más reciente.