Agonía, traición, huida. El final del Sáhara español
José Luis Rodríguez Jiménez
15 enero, 2016 01:00La marcha verde presionó con una guerra para la que España no estaba preparada. Foto: Archivo
Hace cuarenta años, el 12 de enero de 1976, embarcaron en Villa Cisneros las últimas tropas españolas del Sáhara Occidental, y el 28 de febrero fue arriada en el Gobierno General, en El Aaiún, la última bandera de España. Al cabo de cuatro décadas, el abandono del Sáhara sigue presente. Gran parte de los saharauis que lucharon por su independencia y sus sucesores sobreviven para recordarlo en campamentos argelinos, suspirando por un retorno que cada día parece más lejano; Rabat enseñorea el territorio, pero la marroquización del Sáhara sólo es posible con una fuerte presencia policial respaldada por importantes guarniciones militares; internacionalmente se recuerda de tanto en tanto que está pendiente el referéndum de autodeterminación, obstaculizado por Marruecos porque pretende imponer como "hombres azules" no sólo a los que optaron por permanecer en el territorio, sino a los marroquíes y sus familiares allí afincados.De lo mal resuelto que quedó sirva como testimonio que ocho lustros después, el Tribunal de Justicia de la UE anuló los acuerdos pesqueros y agrícolas entre la UE y Marruecos en lo que concierne al Sáhara, recordando que ni la ONU, ni la UE, ni sus Estados miembros reconocen la anexión marroquí del Sahara y que no existe "mandato internacional susceptible de justificar la presencia marroquí sobre el territorio". La ONU y el Frente Polisario siguen considerando a España como la potencia administradora...
En tan significativo momento aparece Agonía, traición, huida. El final del Sahara español, obra que se une a la nada despreciable serie de publicaciones sobre la última colonia española: análisis, reportajes políticos, memorias, la mayoría de ellos vertebrados por la pasión que aquel final despertó en muchos españoles. En este caso se trata de un gran mosaico histórico sobre el Sáhara: los orígenes de la presencia española; el perezoso interés inicial porque no se le veía porvenir a aquel arenal tan escaso de vegetación como de personas y sin recurso alguno a la vista; el desafortunado tratamiento político que el Régimen de Franco dio al territorio y, simultáneamente, la peripecia de las personas, militares en gran parte, que se enamoraron del Sáhara y desempeñaron allí una parte sustancial de su carrera y de su vida... Y, presentada la cuestión, con tres cuartas partes de la obra por delante, se inicia el momento álgido de las demandas descolonizadoras de la ONU, las maniobras dilatorias de Madrid, la manifestación pública de un nacionalismo saharaui, las presiones de Marruecos y la crisis final.
Una obra novedosa gracias a "los papeles", que, a falta de la apertura de los archivos referentes al asunto, aportan una potente riqueza documental y una segura aproximación a la realidad. "Papeles" de dos tipos: testimonios personales sobre la evolución de los acontecimientos en el Sáhara y trabajos de especialistas que aportaron sus planes sobre la mejor manera de resolver el problema, como los de Miguel Herrero o Juan Antonio Ortega; o los del Archivo de Arias Navarro, con especial mención para las cartas de Gutiérrez Mellado. Al autor, muy contrastado en los numerosos libros que ha publicado durante veinte años, debe reconocérsele gran ecuanimidad en un tema que aún quema. Pese a que el título induce a pensar que ha tomado partido desde el comienzo -Agonía, traición, huida- el desarrollo es ponderado. Se palpa el deterioro político ante la impopularidad internacional y la agonía de Franco, la falta de carisma de Arias Navarro, el distanciamiento de la ONU, los intereses y la ceguera política de la Liga Árabe y de la OUA, el acoso terrorista de Marruecos y del Frente Polisario, el decepcionante rechazo de los saharauis, la inmensa presión de la Marcha Verde con el riesgo de una guerra para la que España no estaba preparada, que hubiera sido tan ruinosa como universalmente condenada. De acuerdo con lo expuesto, el final no fue tan descabellado, obviando, claro está, la humillante claudicación ante Hassan II, la vergonzosa renuncia a los intereses económicos sin garantía y el desentendimiento de la suerte de los saharauis. Parece que lo que primó en aquel desastre fue el desconcierto, la soledad, la impotencia y, seguramente, el interés egoísta de algunos actores.
Un libro difícilmente superable mientras no sean públicos los archivos aún bajo siete llaves. Las idas y venidas de políticos y diplomáticos son tantas que el profano tropezará con dificultades para seguir el hilo. Con todo, un libro indispensable para los interesados en la tragedia saharaui.