Image: Paracuellos. Una verdad incómoda

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Ensayo

Paracuellos. Una verdad incómoda

Julius Ruiz

22 enero, 2016 01:00

Una imagen de la retirada de los cadáveres tras la matanza de Paracuellos, en la que perdieron la vida unas 2.500 personas. Foto: Archivo

Espasa. Madrid, 2015. 469 páginas, 19'99€

Las cifras han oscilado entre los doce mil, que pretendió algún periódico de derechas a comienzos de la Transición a la democracia en España, y los mil de los que hablan Hugh Thomas o Jackson, con un conocimiento muy incompleto de los hechos. También en esa cifra se movieron los historiadores franceses Broué y Témime. Pero, desde 1983, la cifra de dos mil quinientos, que fue la proporcionada por Gibson, apenas ha recibido modificación por parte de los historiadores más concienzudos.

Es también la que acepta Julius Ruiz (1973), profesor de la Universidad de Edimburgo y máximo especialista de la represión que se desarrolló en los dos bandos durante la guerra civil, y también en los años iniciales del régimen franquista. Unos asesinatos masivos que apenas fueron aprovechados por la propaganda franquista, mientras que los historiadores que simpatizaban con el bando republicano tendieron a minimizarlos, cuando no los obviaron abiertamente. La explicación más habitual entre esos historiadores tendió a atribuirla a elementos incontrolados, con el propósito de salvar la responsabilidad de las autoridades republicanas.

Se trata de una explicación que no resiste la más mínima confrontación con los datos conocidos, porque la eliminación de esas dos mil quinientas personas, que se desarrolló durante casi un mes, a partir del 7 de noviembre de 1936, exigió un apoyo logístico que estaba fuera del alcance de esos supuestos elementos incontrolados. De hecho, muchas de las víctimas fueron transportadas al lugar de las ejecuciones en autobuses de dos pisos, como los famosos de Londres, imposibles de no ser vistos por quienes se atrevieran a circular de madrugada por las tenebrosas calles madrileñas de aquel noviembre de 1936.

Los asesinatos de Paracuellos fueron, por tanto, el resultado de una operación programada en la que tuvieron un destacado protagonismo dirigentes comunistas y anarquistas, con el asesoramiento de consejeros soviéticos. El protagonismo de Santiago Carrillo en la transición española a la democracia otorgó un especial interés a su comportamiento como responsable del Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, constituida después de que el Gobierno de la República abandonase la capital para instalarse en Valencia.

Carrillo nunca aceptaría la más mínima responsabilidad en aquellos hechos y se refugió siempre en la explicación del peligro que suponía el ataque de los militares sublevados a Madrid y de la acción espontánea de los elementos incontrolados. En esa línea de explicación encontraría el apoyo de historiadores como Preston. En todo caso, al morir en el 2012, la versión de Carrillo estaba ya completamente desacreditada y son pocos los historiadores que dudan de que, desde su cargo en la Junta de Defensa, facilitó los medios para que se realizara aquella atrocidad.

Al final, tanto los historiadores izquierdistas como los conservadores parecen haberse puesto de acuerdo en la intervención de los asesores soviéticos de la NKVD en las matanzas, pero Julius Ruiz sugiere que el proceso fue "made in Spain". Para ello ha insistido en los antecedentes violentos de muchos de los que perpetraron aquellos hechos y, sobre todo, en la existencia de una cultura política de exclusión , habitual en el periodo republicano pero agudizada durante el proceso electoral de febrero de 1936.

Esa cultura política de exclusión, de la que también participaban algunos líderes derechistas, exacerbó los ánimos y los recelos de manera que, una vez estallado el conflicto, fueron muchas las personas que, sin una especial inclinación por ninguno de los dos bandos fueron tratados como sospechosos y, en algunos casos, pagaron con su vida por no sumarse a la oleada de fanatismo que se había apoderado de muchos españoles. Fueron las víctimas inocentes del viento de locura y criminalidad que se apoderó de la vida española durante aquellos días.

A partir de informaciones recogidas en diversos archivos y del contenido de la Causa general que instruyeron los vencedores, además de un conocimiento abrumador de la bibliografía existente, Julius Ruiz ha hecho una reconstrucción espléndida de aquellos hechos, con la erudición y conocimiento que le han convertido en un autor de referencia para los estudios de la represión en aquellos años. Un estudio que tardará tiempo en ser superado.