Image: El temperamento español

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Ensayo

El temperamento español

V. S. Pritchett

19 febrero, 2016 01:00

V. S. Pritchett. Foto: Archivo

Traducción de Ramón de España. Gatopardo. Madrid, 2015. 236 páginas. 19,95€

Este maravilloso libro de V. S. Pritchett (1900-1997) es fundamentalmente dos cosas, quizás un tanto contradictorias entre sí: un viaje en el tiempo a la España de los primeros años 50 y por otro lado un vivísimo retrato de lo que aún somos. Es bien sabido que en muchas ocasiones es necesario que alguien ajeno a la familia ponga de manifiesto lo mucho que se parece la nariz del tío Felipe a la del primo Miguel. En el caso de nuestra Historia más reciente, sobre todo cuanto se refiere a la guerra civil y la dictadura franquista, han tenido que venir en más de un caso historiadores ingleses, franceses y alemanes para pensar y escribir con la mesura y la neutralidad que nos ha faltado a nosotros. Ya decía Baroja que nunca había que fiarse de un arzobispo español cuando se comporta como un inglés y la mayoría de los historiadores de este país tienen algo de arzobispos. Este libro de Pritchett se aleja de los arzobispos y dialoga directamente con otros dos clásicos del género españolista de los que es contemporáneo: El laberinto español, de Gerald Brenan y El reñidero español de Franz Borkenau.

V. S. Pritchett, quien a pesar de su celebridad en Inglaterra durante buena parte del siglo XX apenas había sido publicado en España hasta la fecha, hace despliegue de una fantástica capacidad analítica. Se reproducen aquí las percepciones de dos viajes, uno durante los años 20 (en el que el autor conoció a Machado, Juan Ramón Jiménez y Lorca, entre otros) y otro a comienzos de los 50, en pleno franquismo. Pritchett evita las trampas fáciles en los que suelen caer los principiantes: donde algún historiador extranjero se habría abismado en el tradicional fanatismo católico español él se da cuenta al instante de que el pueblo español es naturalmente escéptico, de que no admitimos un misticismo que no sea al mismo tiempo extraordinariamente carnal y voluptuoso. A pesar de seguir un guión bastante clásico: guerra civil, el antiguo imperio y su decadencia, misticismo, fiesta taurina, la creación del mito de don Juan, flamenco, etc., la lectura se sigue con interés constante, y hasta fascinación. La misma fascinación que demuestra tener el propio Pritchett por el objeto de su narración: el carácter de los españoles. Pero al igual que el escéptico que para explicar su escepticismo se ve obligado a negarlo, Pritchett se ve atrapado en la antimateria de haberse obligado a sí mismo a explicar su fascinación por los españoles, cosa que jamás consigue. Puede que tampoco haya que reprochárselo demasiado, habría sido lo mismo que obligar a un enamorado a explicar por qué su novia es más digna de ser amada que la del vecino. A nadie le importa que así sea, lo que importa es que quien ama pueda transmitirnos al menos una parte de la vibración con la que él siente su pasión.

En ese sentido Pritchett acierta de lleno y está a la altura. En última instancia, para ser más español que los propios españoles, tal vez sólo baste con pegar un puñetazo sobre la mesa y gritarlo a los cuatro vientos. En eso, al menos, no hemos cambiado mucho.