Image: La batalla de Bretton Woods

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Ensayo

La batalla de Bretton Woods

Benn Steil

27 mayo, 2016 02:00

Traducción de I. Barbeito. Deusto, 2016. 539 páginas, 24'90€. Ebook: 12'99€

Pocas semanas después del desembarco de Normandía, a comienzos de julio de 1944, se reunieron los representantes de 44 naciones aliadas en Bretton Woods, pequeña y tranquila localidad de New Hampshire, cerca de la frontera canadiense, para diseñar el futuro sistema monetario y financiero mundial. De dicha reunión proceden dos grandes organismos aún hoy existentes: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BIRD).

En este libro se expone detalladamente el desenvolvimiento de aquella conferencia y se aporta nueva información sobre los grandes artífices de Bretton Woods, el británico Keynes y el norteamericano White. El pensamiento y la vida de Keynes resultan hoy familiares a muchos. Sin embargo, de Harry Dexter White las referencias, hasta ahora, eran escasas. Benn Steil ha contribuido a salvar este vacío sintetizando muchos informes inéditos de los que aquel fue autor.

Descubrimos así a un White, profesional muy inteligente, seguidor entusiasta del New Deal de Roosevelt, y experto en problemas de política económica; su enorme capacidad de trabajo y dedicación iban acompañados por una tenaz capacidad dialéctica. Fue el principal oponente de Keynes en Bretton Woods, y de hecho el proyecto del maestro británico quedó claramente postergado frente al del estadounidense, que pergeñó las características básicas del FMI desde 1944 hasta 1971.

La autoridad intelectual de Keynes era indiscutible en todo el mundo, sobre todo tras la publicación de su Teoría General (1936), que había convencido a la mayoría de los economistas occidentales -entre otros, al propio Harry D. White- de la necesidad de la intervención gubernamental en la economía para superar los problemas de deflación y paro. En Bretton Woods, Keynes propuso una nueva moneda como futura divisa internacional, creada por un Banco de Compensación Internacional, sin relación alguna con el metal. Por el contrario, la delegación norteamericana, con la asesoría de White, se propuso defender los dos grandes intereses económicos de Estados Unidos en aquel tiempo: el acceso libre de los productos norteamericanos a los mercados internacionales y la aceptación del dólar como divisa internacional, según una paridad fija con el oro.

Por su parte, Keynes, que encabezaba la delegación británica en Bretton Woods -en la cual había otros excelentes economistas como Lionel Robbins y Dennis Robertson-, buscó con denuedo defender los intereses del Reino Unido en un futuro orden económico mundial: las preferencias comerciales en sus dominios y la penalización tanto de los déficits exteriores persistentes como de los superávits. Ambas pretensiones chocaban frontalmente con las de Estados Unidos, principal proveedor de recursos y capitales a sus aliados europeos, posición que intentaba mantener después de la guerra.

Los norteamericanos supieron movilizar a su favor a la mayoría de los delegados presentes en Bretton Woods y las pretensiones británicas fueron derrotadas. En realidad lo estaban desde que Gran Bretaña comenzó a recibir ayuda estadounidense en 1941. Sin embargo, el nuevo sistema internacional no empezó a funcionar inmediatamente tras la paz. Las economías europeas estaban demasiado débiles y hubo de esperarse al Plan Marshall de 1947 para que se revitalizase el comercio trasatlántico. La convertibilidad de las monedas europeas con el dólar no se lograría hasta 1959. Para entonces algunos economistas, como Richard Triffin, previeron que resultaría imposible compaginar la provisión mundial de dólares con su paridad fija en oro. En 1971, el exceso de oferta mundial de divisas norteamericanas, por el elevado gasto público, sobre todo por la guerra de Vietnam, hizo que aquellas se desvalorizaran, abandonándose su definición fija en metal. Richard Nixon era Presidente de los Estados Unidos.

En 1948, en el Comité de Actividades Antiamericanas, Richard Nixon -entonces sólo representante parlamentario- había interrogado con severidad a Harry D. White bajo fuertes (y según Steil, fundadas) sospechas de espionaje a favor de la Unión Soviética; al día siguiente, White falleció a causa de un infarto. Dos años antes había muerto Keynes, probablemente afectado por el enorme esfuerzo físico que hubo de realizar en los debates sobre la futura organización monetaria internacional. En la actualidad, las cuestiones debatidas en Bretton Woods distan de estar resueltas. Steil concluye su apasionante libro repasando algunas de las opciones hoy discutidas.