Image: 1945. Cómo el mundo descubrió el horror

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Ensayo

1945. Cómo el mundo descubrió el horror

Anette Wieviorka

10 junio, 2016 02:00

Traducción de Núria Petit. Taurus. Madrid, 2016. 220 páginas, 19'90 €

No hay tantos libros sobre lo que ocurrió inmediatamente después del Holocausto, sobre las oleadas de supervivientes que, como un ejército de zombies, inundaron las poblaciones cercanas a los campos, y que a menudo sufrieron el rechazo de los lugareños; no es sólo que la población civil se viera enfrentada a su reciente complicidad con el mal, es que no soportaba la invasión de aquellos harapientos. Al final de KL. Historia de los campos de concentración nazis (Crítica), Nikolaus Wachsmann reflexiona sobre el papel de esos vecinos que, según decían, no habían notado nada extraño más allá de un desagradable olor inidentificable: son los campesinos polacos que entrevista Lanzmann en su inevitable Shoah, pero también los habitantes de Weimar o Múnich, a pocos kilómetros respectivamente de Buchenwald y Dachau.

La parte más interesante de 1945. Cómo el mundo descubrió el horror, de Anette Wieviorka (París, 1948), se detiene en esto mismo: la reacción no sólo de los aliados ante el descubrimiento del horror -el hilo rector es el periplo de Meyer Levin y del fotógrafo francés Éric Schwab-, sino también la de los cómplices activos o pasivos de los nazis.

El tour de los aliados se inició en Ohrdruf, un pequeño campo que visitaron los generales Patton, Bradley y Eisenhower. Allí comenzó la rutina de convocar a los reporteros y obligar a las autoridades y la población locales a contemplar los restos de la barbarie. Fueron frecuentes las ejecuciones espontáneas de los SS rezagados.

Sostiene con razón Wieviorka que la campaña mediática de los americanos -la necesitaban para justificar en casa, aunque fuera retrospectivamente, la entrada en la guerra- ha contribuido a asentar una imagen simplificada del complejo sistema de campos, pues ni todos eran iguales ni el sufrimiento de todos los presos tuvo la misma intensidad.

@albertogordom