La gobernación de la Monarquía de España (1556-1700)
Feliciano Barrios
2 septiembre, 2016 02:00Hasta hace aproximadamente medio siglo, la historiografía, excesivamente dependiente de los estados-nación contemporáneos, se planteaba la historia de España desde la perspectiva de su realidad geográfica actual, dejando en la penumbra o, a lo más, reducida al ámbito de las relaciones internacionales, la peculiaridad de aquella monarquía integrada por múltiples reinos y territorios no exclusivamente ibéricos. El cambio de perspectiva ha sido fecundo, permitiéndonos entender mejor la integración política y las formas específicas del poder en la primera Edad Moderna europea, así como los organismos desde los que se gobernaba tan singular estructura política. Una parte importante en dichos estudios les ha correspondido a los historiadores del Derecho, entre los que han destacado los miembros de la importante escuela creada por José Antonio Escudero, él mismo pionero en tales investigaciones. Feliciano Barrios ha tenido un papel relevante en ellas, con sus trabajos sobre el Consejo de Estado, los consejos integrantes del sistema polisinodial -de numerosos consejos- que caracterizaba el gobierno en la corte, los oficios palatinos, las ceremonias cortesanas y la vida en la corte, los símbolos de la Monarquía, los emblemas heráldicos, las Cortes, los virreinatos y audiencias en América, el derecho indiano…
Tan amplia experiencia y el conocimiento detallado de la numerosa bibliografía le han permitido escribir una magnífica síntesis de conjunto sobre las muchas cuestiones vinculadas a un tema tan complejo como el gobierno de la Monarquía desde la corte; es decir, el que se realizaba en el entorno del rey, en la cúspide del poder, en un sistema en el que el monarca -único elemento de unión, no lo olvidemos, de tantos reinos y territorios distintos y con frecuencia distantes- retenía toda la capacidad decisoria, como indica el nombre de consejos de los organismos pluripersonales encargados de asesorarle.
Tales consejos tienen un papel central en el libro, así como el resto de las instituciones cortesanas, pero el protagonista auténtico es el sistema y la filosofía que lo rige, por lo que Barrios se ocupa detalladamente de los símbolos, los ritos y ceremonias, o el espacio del poder cortesano: no solo el Alcázar, desgraciadamente desaparecido en 1734 pero que reconstruye hábilmente basándose en los planos de Juan Gómez de Mora o en descripciones contemporáneas, también la propia villa de Madrid y la incidencia que tuvo sobre ella el hecho de ser corte de la Monarquía. Son muchos, pues, los aspectos y cuestiones que se tratan, con la peculiaridad de que dicho tratamiento es exhaustivo en cuanto al detalle con que se analizan y a la referencia a la bibliografía pertinente, lo que hace del libro una obra inexcusable para cuantos se acerquen a los numerosos temas que en él se estudian.
De entre los numerosos aspectos que podrían destacarse, me referiré únicamente a dos. Su buen planteamiento de una cuestión tan debatida como la de la clasificación de los distintos consejos que integraban la polisinodia, y el concepto de monarquía plural, "caracterizada por la autonomía de las formaciones políticas que la integran, las cuales mantienen celosamente los ordenamientos jurídico-políticos internos que les eran privativos...", que nos ofrece, desde el rigor de los historiadores del Derecho, un término más satisfactorio que el de monarquía compuesta, traducción no demasiado feliz del inglés "composite monarchies".