Image: La lógica de los monstruos. ¿Hay alternativas a la naturaleza tal como la conocemos?

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Ensayo

La lógica de los monstruos. ¿Hay alternativas a la naturaleza tal como la conocemos?

Ricard Solé

18 noviembre, 2016 01:00

Tusquets. Barcelona, 2016. 256 páginas, 18€, Ebook: 9'99€

La selección natural, que hace 4.000 millones de años, de entre un increíble número de posibilidades, extrajo la solución ganadora que conocemos, opera en un espacio de estructuras bien delimitado. ¿Esto ocurrió en nuestro planeta o puede haber algún lugar fuera de él que también pudiéramos llamar alguna vez “casa”? Ricard Solé (Barcelona, 1962) nos explicará por qué eso podría no ser así convocando, entre otros, a Ed Regis, que nos advierte de que “Marte es un planeta que nos espera, sobre todo, para matarnos”.

En La lógica de los monstruos, Solé pasa revista a una colección de temas unidos por el hilo conductor de la biología de los sistemas complejos e inspirado por un artículo del biólogo catalán Pere Alberch. Solé nos recuerda que estos sistemas se asemejan a las máquinas y a la tarea de procesar información. Si bien el teorema de Gödel ha rebajado las expectativas medievales de encontrar una máquina universal capaz de decidir racionalmente sobre todo, la analogía informacional conserva algo de validez. Seguimos necesitando un dispositivo para leer la información relevante, pero estas “máquinas” de lectura no han sido diseñadas por nadie, sino que están compuestas de moléculas naturales. Los llamados experimentos de Miller, o los de Joan Oró, muestran que los bloques sintéticos del ADN se pueden incluso sintetizar en el laboratorio. La vida precisa una “diversidad de moléculas” y también de un proceso de selección que lleve a la materia más allá del equilibrio químico normal.

Los sistemas biológicos también consisten en mecanismos para procesar información, y estos no son perfectos. Cometen errores de lectura, que en tiempos mitológicos eran mejor conocidos como “monstruos”: catálogo amplio de criaturas, desde sirenas a los Kraken, los leones alados, o los seres deformes que ilustran los cuadros de El Bosco o Brueghel. Sin embargo, los monstruos naturales difieren de los monstruos legendarios de la imaginación. Solé explica por qué no todo tipo de “monstruosidad” es posible en el mundo natural. Otro fenómeno natural aparentemente “monstruoso” son esas criaturas que viven a costa de otras: los parásitos.

Estos también son fenómenos naturales, inevitables en cualquier sistema “capaz de cambiar y adaptarse”. Es sólo cuestión de tiempo que los parásitos evolucionen. Hay incluso parásitos de memes e instituciones. Solé apunta a las instituciones financieras internacionales, a las que equipara con monstruos parasitarios de las clases populares.

También en el estudio de la mente resultan limitadas las comparaciones con las máquinas. Los filósofos positivistas del siglo XX ardían en deseos de encontrar un “lenguaje lógico perfecto”, pero hoy sabemos que las molestas ambigüedades de los lenguajes naturales no son un defecto, sino una condición de la comunicación. Por otro lado, los niños de todo el mundo aprenden fácilmente un idioma porque existe algo así como una “gramática universal” innata, según la descripción de Noam Chomsky. En este sentido, todas las lenguas humanas son “igual de ricas y complejas”, según Solé.

Sin embargo, si es cierto que las lenguas humanas dependen de las mismas reglas universales basadas en la biología humana, cabe preguntarse dónde termina la riqueza y empieza la confusión babilónica. El mismo Solé reconoce que la cooperación, incluso más que la inteligencia, es uno de los rasgos definitorios de nuestra especie, mientras que la diversidad de lenguas no siempre facilita la cooperación entre humanos.

La lógica de los monstruos se lee con facilidad pese a una aparente falta de objetivo concreto. Se trata de una exposición de cuestiones estimadas por el autor, una miscelánea científica desde el arte al genio, con la complejidad y las restricciones de las estructuras naturales como perspectiva.