Image: La guerra, ni blanco ni negro

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Ensayo

La guerra, ni blanco ni negro

23 diciembre, 2016 01:00

Oficial republicano de la defensa de Madrid desde un puesto en Ciudad Universitaria

España dividida (La Esfera) reúne las imágenes en color del documental España en dos trincheras: la Guerra Civil en color. Antony Beevor, Enrique Moradiellos, Julián Casanova y Santos Juliá nos cuentan sus impresiones sobre esta nueva óptica desde la que se aborda la contienda civil

Dice el historiador británico Antony Beevor (Londres, 1946) que en un documental "no se hace historia", pero que es un "estupendo complemento". "A menudo sirve para que las generaciones más jóvenes entren en una época histórica con facilidad, y después se animen a leer más sobre el tema", explica por teléfono a El Cultural. Un complemento más es también la edición ilustrada de España dividida (La Esfera de los Libros), en donde por primera vez se pueden ver en color un buen número de fotografías de la Guerra Civil Española previamente coloreadas, frame por frame, y en su mayoría extraídas del archivo de la Filmoteca Nacional.

Son las imágenes del documental España en dos trincheras: la Guerra Civil en color, que se estrenó en las salas el pasado octubre y DMAX emitió en formato serie. El libro es el broche a un proyecto que, según Francesc Escribano, uno de los encargados de la parte audivisual, aspira a que en España, ochenta años después del golpe de Estado de 1936, "podamos mirar y explicarnos la Guerra Civil de una manera diferente y nueva".

Posición republicana con ametralladora

Memorias en discusión

No sólo el color es fuente de matices en esta nueva incursión en la guerra. Sus responsables cuentan que por encima del aspecto estético se quiso aportar contenido; en concreto, se quiso dar "una visión equilibrada" del desarrollo del conflicto.

"Todos los países con historias traumáticas tienen memorias divididas y usos políticos de historia desde el presente", explica Casanova

¿Es que todavía no abundan las explicaciones desapasionadas o imparciales de la guerra civil? "Falta conocimiento preciso, riguroso y exacto y no partidista", opina el historiador Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961), autor él mismo de varios estudios sobre la contienda, el último de los cuales (Historia mínima de la Guerra Civil Española, Turner) la recorría, en síntesis, de principio a fin.

Moradiellos ha participado en el guion de la serie en que se basa el libro junto a un grupo de historiadores cuyo grado de implicación, no obstante, ha sido desigual. Beevor fue uno de los asesores principales, pero también "respondieron preguntas" otros como Juan Pablo Fusi, Santos Juliá, Ángel Viñas, Josep Fontana o Julián Casanova. Beevor opina que la historia en España está "politizada en exceso". Él, recuerda ahora, se opuso a la ley de memoria histórica de Zapatero ("fue un error"), pues consideraba -y considera- que "las ayudas económicas a las familias que hubieran servido para encontrar los cadáveres se supeditaron a los intereses políticos".

Franco en Salamanca con un colaborador

Para Moradiellos, "en España todavía hay muchos mitos interesados y falaces sobre lo que fue la guerra, sus causas, sus perfiles y sus efectos". Esto, dice, se debe a que la "historia es el pasado que vive en el presente". Julián Casanova (Teruel, 1956) no cree -contradiciendo una noción tópica ya- que la utilización política o partidista de la guerra civil -a derecha e izquierda- sea una particularidad española. Atiende a El Cultural desde Budapest (da clases por un tiempo en la Central European University, de la que es rector Michael Ignatieff): "Todos los países con historias traumáticas -desde Hungría lo puedo confirmar- tienen historias y memorias divididas. Y también usos políticos de la historia desde el presente. Pero con los historiadores que investigan de verdad, es fácil llegar a acuerdos básicos".

"El hecho de que la mayoría de las fotografías provengan de la propaganda es uno de los aspectos más interesantes ", dice Antony Beevor
Santos Juliá (Ferrol, La Coruña, 1940) opina algo parecido. La cuestión, dice, no es ofrecer una narración equilibrada del conflicto; al menos no una versión indiscutida, omnipresente, que "todo el mundo acepte por igual". "Por mucho que los hechos sean conocidos -dice-, siempre habrá diferentes interpretaciones: la cuestión no consiste en alcanzar un acuerdo, de modo que de todas ellas se derive una, única y supuestamente verdadera, sino en disponer de espacio y libertad para conocerlas y debatirlas". Sobre las versiones únicas, dice, ya "sabemos mucho quienes nacimos recién terminada la guerra".

Milicianos republicanos cmaino del frente

La guerra civil española es, como recuerda Moradiellos, "el acontecimiento central de la historia española contemporánea". Una lucha fraticida que, asegura el historiador, "catalizó todas las tensiones y conflictos generados durante décadas en la sociedad española, originó una férrea dictadura de cuarenta años y perpetuó la división entre vencedores y vencidos durante todo ese tiempo". Por eso, añade, interesa tanto en España este periodo, que él compara con el interés de los alemanes por el nazismo y el holocausto, de los franceses por la colaboración con las potencias del Eje o la descolonización argelina, de los estadounidenses por la Guerra Fría y la segregación racial de los años 60, o de los rusos por su pasado estalinista o los entresijos de la Perestroika. Lo ocurrido en aquellos tres años nos sigue interpelando hoy.

Color y veracidad

Otro punto sobre el que insiste el libro, y que los historiadores consideran fundamental, es la dimensión internacional del conflicto. La guerra civil española, originada entre las dos grandes conflagraciones europeas, y poco antes de la definitiva, movilizó a la opinión pública de medio mundo. Participaron más de 35.000 brigadistas de más de cincuenta países distintos, 80.000 soldados italianos, 19.000 soldados alemanes, unos 10.000 portugueses y algo más de 2.000 militares soviéticos. De todo ello surge un conflicto del que, según los expertos, "aún quedan cosas por saber". O al menos nuevos enfoques: "La mayoría de los grandes temas de la guerra civil están investigados -dice Julián Casanova-. Pero la historiografía avanza, revisa, retrocede, cambia según las coyunturas políticas..., así que nunca será un tema cerrado".

Una de las novedades la ha podido traer el color. La mayor parte de las imágenes del libro pertenecen a la propaganda de la época. "Es uno de los aspectos más interesantes", dice Beevor, que publicó en 2005 su obra magna sobre el conflicto, La guerra civil española (Crítica). "Hay muchas imágenes que yo no había visto antes, y que dan una idea muy fidedigna del entusiasmo de los revolucionarios en 1936, cuando la guerra comenzó", añade. Moradiellos cree que la importancia del color radica en la "veracidad" que otorgan las imágenes: "El color revela matices, dota de vida animada y colorida a unas imágenes petrificadas de otro modo, anima las escenas de manera insospechada y vivaz".

Francesc Escribano se blinda frente a quienes puedan desconfiar de la "manipulación" de unas fotos tomadas en blanco y negro, y falseadas años después. Es probable, dice, que "desde el punto de vista de un documentalista que debe preservar un material para la posteridad, pueda ser una práctica difícil de comprender". Pero al mismo tiempo defiende la versión coloreada, pues, dice, "el primer compromiso que tenemos con la historia es el de explicarla de nuevo, sabiendo usar el lenguaje del tiempo en que vivimos". Como Beevor, cree que el color espoleará el interés de los jóvenes. Y que estos descubrirán una historia que, ante todo, es también la suya.

@albertogordom