Image: Voces de cambio en el sector no estatal cubano

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Ensayo

Voces de cambio en el sector no estatal cubano

Carmelo Mesa Lago (ed.)

17 febrero, 2017 01:00

Iberoamericana-Vervuert. Madrid, 2016. 212 páginas. 18 €

El subtítulo de esta importante obra coordinada por Carmelo Mesa Lago da cuenta simultáneamente de lo complejo que resulta estudiar el sector no estatal de la economía cubana, así como del tupido entramado burocrático, muchas veces rayano en el surrealismo, que subyace en él. Adentrarse en este mundo sin brújula es tarea para valientes y una empresa como ésta sólo se puede llevar a cabo en Cuba con un buen soporte investigador sobre el terreno, tal como aquí ocurre.

La falta de datos fiables ha sido un problema crucial para los autores. Las estadísticas públicas están plagadas de inconsistencias y no hay encuestas que informen del estado de la opinión pública sobre cuestiones económicas y sociales básicas. No es que no se realicen encuestas, ya que el gobierno y el Partido Comunista de Cuba las hacen regularmente, aunque no publican sus resultados. Por eso, uno de los principales méritos del libro son las numerosas entrevistas a trabajadores del sector no estatal que dan cuenta de sus condiciones laborales y de las limitaciones para impulsar su emprendimiento, por pequeño que sea.

Tras la enfermedad de Fidel Castro en 2006, su hermano Raúl lo sucedió al frente del gobierno, primero temporalmente y a partir de 2008 de forma definitiva. Al hacerse cargo del poder intentó impulsar, con éxito variado, una serie de reformas económicas y sociales, algunas con cierto contenido político, ante el convencimiento de que el sistema cubano, tal como estaba funcionando, debía ser transformado en profundidad.

Comenzó entonces una cierta apertura y un programa de "reformas estructurales" que hicieron pensar que las cosas comenzaban a cambiar. Sin embargo, pronto se vio que la velocidad de las transformaciones era exasperadamente lenta y que poco avanzaba en la buena dirección. Por entonces ya estaba instalada la idea de que mientras Fidel o Raúl siguieran vivos poco cambiaría en Cuba.

Uno de los focos de atención se puso en el sistema de doble moneda (al coexistir el peso convertible o CUC y el peso cubano o CUP), cuya solución se ha postergado una y otra vez. Algunos anuncios vaticinan que finalmente durante 2017 comience el desmantelamiento del sistema, aunque aún no se ha presentado ni un programa ni un cronograma claros. Otro foco giró en torno al carácter macrocefálico del sector estatal de la economía, que pese a recibir por aquel entonces una generosa ayuda de Venezuela podía colapsar en cualquier momento. En 2010 Raúl Castro informó que se despedirían a 500.000 empleados públicos y a un millón más en diciembre de 2011.

No ha sido sencillo calcular el número de trabajadores no estatales (cuentapropistas, usufructuarios, socios de cooperativas y compraventa de viviendas), porque tampoco se conoce a ciencia cierta ni el tamaño total de la fuerza laboral ni el número de empleados públicos. Para 2015, según sus estimaciones particulares, los autores calculan que los trabajadores no estatales suponen el 28,8% del total de la mano de obra ocupada, lo que implica cerca de 1.400.000 trabajadores. De ellos cerca de 500.000 cuentapropistas.

Los principales obstáculos para la expansión del sector no estatal es el profundo temor de los dirigentes cubanos a una desigual distribución de la propiedad y de la riqueza, lo que implicaría una mayor concentración de los recursos disponibles en manos de unos pocos.

Esto es visto como el camino más directo para la liquidación del socialismo, pese al bajo impacto económico que supone el trabajo por cuenta propia. De ahí las enormes trabas que se ponen para la expansión del sector privado. El exceso de burocratismo se mezcla con los elevados impuestos, los obstáculos para obtener financiación o para comprar insumos para el desarrollo de la actividad. En definitiva, lo que deja en evidencia el libro de Mesa Lago es que la debilidad del mercado y el gran peso de la economía "planificada" en manos del estado es el gran freno de la economía cubana y lo que condena a buena parte de su población a vivir sin futuro.