Image: Cuatro vientos en contra. El porvenir económico de España

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Ensayo

Cuatro vientos en contra. El porvenir económico de España

Jordi Palafox

23 junio, 2017 02:00

Jordi Palafox

Pasado & Presente. Barcelona, 2017. 400 páginas, 22 €

Jordi Palafox (Valencia, 1952), es autor de publicaciones de historia económica muy recomendables, como Atraso económico y democracia. La Segunda República y la economía española, 1892-1936 (1991) y España, 1808-1906. El desafío de la modernidad (1997), esta última en colaboración con Juan Pablo Fusi. En su nuevo libro, Cuatro vientos en contra, Palafox identifica las principales dificultades a que se enfrenta España en una era caracterizada por la globalización, el cambio tecnológico acelerado y el crecimiento desigual.

Dichos vientos adversos, nos dice Palafox, tienen orígenes distintos: Habría dos llegados del exterior, la expansión fabril de China y la segmentación progresiva de la producción entre diferentes economías o, si se prefiere, la creciente división del trabajo de las empresas multinacionales. Y otros dos originados en nuestra propia sociedad: la deficiente formación de la población activa y las imperfecciones del funcionamiento institucional, que abarca fenómenos como la inseguridad jurídica ante abusos de empresas, la persistencia de anacrónicas barreras de entrada o los comportamientos clientelares de los partidos. Sobre estas últimas cuestiones hay un libro reciente del economista Carlos Sebastián.

Los anteriores obstáculos explicarían, según el autor, la "más que insuficiente adaptación" de España a la nueva organización de la economía mundial.

Como se explica en estas páginas, la economía española actual se caracteriza por una posición intermedia entre los países avanzados, protagonistas del cambio tecnológico, con ventajas comparativas para idear y producir bienes de alto valor añadido, y aquellas otras sociedades, como las asiáticas, atrasadas respecto a los anteriores en términos de renta y bienestar, pero capaces de ensamblar esos mismos bienes a un coste medio reducido. Por otra parte, al abaratarse incesantemente el transporte y difundirse con similar rapidez los nuevos métodos de producción y distribución, aumenta exponencialmente el número de competidores de los trabajadores españoles. Quedarían en situación algo más confortable actividades como el turismo o la hostelería, ajenas a una posible deslocalización.

No cabe desdeñar, por tanto, la precariedad de nuestras actuales condiciones de competitividad en los mercados mundiales, y en definitiva, del futuro nivel de vida de los españoles. Hay un rechazo unánime a la caída del salario real y del gasto social, o a la desigualdad económica, pero la evitación de tales riesgos, ya materializados, no depende de medidas legislativas ni políticas -aunque el autor sugiere algunas-, sino de un posicionamiento más favorable en el mercado global.

Las relaciones económicas internacionales se intensifican cada vez más, no sólo las comerciales sino también los movimientos de capital, incluyendo la inversión exterior directa. En estos movimientos globales, las economías adelantadas no tienen ya el protagonismo que alcanzaron en los dos siglos anteriores. El autor observa cómo se aproximan cada vez más entre sí las participaciones en el intercambio mundial y en la inversión exterior de los países más ricos y de aquellos en vías de desarrollo.

Puede añadirse que, a la vez que ocurre lo anterior, disminuyen las diferencias de renta personal entre unos y otros, al igual que decrece la pobreza absoluta. Dichas tendencias, no hay que olvidarlo, habían sido previstas en los tratados clásicos del crecimiento económico, a partir de Adam Smith. Si Estados Unidos se siente amenazado por Asia, también lo está Europa, y en ella España.

Thomas Carlyle calificó, en el siglo XIX, la economía de "ciencia lúgubre"; no lo es menos el pronóstico que este libro augura a nuestro país en un futuro relativamente próximo. Es cierto que hay algunas evidencias esperanzadoras sobre la capacidad reactiva de la sociedad española que contribuyen a suavizarlo. Pero no debe olvidarse que el autor parte de datos fehacientes -el más grave, la baja productividad de nuestra economía- y sus razonamientos resultan difícilmente desmontables. En todo caso, la contribución presente de Jordi Palafox representa una advertencia que se debe conocer y valorar.