Image: Cárcel de Ventas

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Ensayo

Cárcel de Ventas

Mercedes Núñez Targa

28 julio, 2017 02:00

Núñez Targa da testimonio de un deshumanizado horror

Introducción de M. Núñez Renacimiento, 2017. 335 páginas, 20 €

Mercedes Núñez Targa (Barcelona 1911 -Vigo, 1986) no era escritora, por más que en sus años de exilio colaborase con asiduidad con algunas revistas antifranquistas. Tampoco tenía, a pesar de que en su biografía suele destacarse que fue secretaria de Neruda cuando éste fue cónsul de Chile en Barcelona, ninguna conexión destacable con el mundo literario. Por eso resuena con fuerza, en los dos breves libros de memorias por las que hoy se la recuerda, el compromiso que, según declara, contrajo con las presas de la cárcel madrileña de Ventas el día en que fue puesta en libertad, tras haber cumplido condena desde finales de 1939 a enero de 1942: "Explica todo lo que has visto aquí", le pidió una compañera de cautiverio. Y a ese propósito se aplica Cárcel de Ventas, una especie de diario retrospectivo de aquella dolorosa experiencia, que la ex reclusa publicó en París en 1967.

Años después, en 1980, publicaría en catalán el segundo de los dos impresionantes testimonios que reúne el volumen que reseñamos, El carretó dels gossos. Una catalana a Ravensbruck, que en 2011 se traduciría al castellano con el título Destinada al crematorio. De Àrgeles a Ravensbruck. En él, Núñez Targa no sólo completa lo que podemos llamar su biografía carcelaria, sino que termina de construir un poderoso alegato a favor de la unidad de sentido de las dos causas en nombre de las cuales arrostró esas prisiones: el compromiso con la legitimidad republicana contra el franquismo, primero, y luego la resistencia contra el invasor en la Europa ocupada por los nazis.

Pero quizá el rasgo más notable de los dos testimonios aquí reunidos sea la implacable objetividad del punto de vista adoptado y el crédito inmediato que consigue del lector. En las breves estampas que componen estas dobles memorias, la narradora comparece casi siempre en calidad de testigo y en situación de hacerse eco de los padecimientos ajenos.

Núñez Targa, decíamos, no fue una intelectual y no llevó sus reflexiones al punto de poner en cuestión la ideología que la animaba. Nadie puede reprochárselo: el deshumanizado horror del que da testimonio no es sólo el de una aberración ideológica concreta, sino el de todo un siglo de pesadillas totalitarias. La circunstancia española creó una tipología específica de víctimas de esos horrores. Y Núñez Targa ha dejado un testimonio insustituible, vívido y brillante, de esa fatídica especificidad.