Image: Conspiración. Cómo Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones

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Ensayo

Conspiración. Cómo Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones

Luke Harding

22 diciembre, 2017 01:00

Foto: Archivo

Traducción de Francisco José Ramos. Debate. Barcelona, 2017. 352 páginas, 19'90€. Ebook: 10'99€

En enero de 2017, días antes de la toma de posesión de Donald Trump, Buzz Feed publicó el ‘Informe Steele', un documento de inteligencia privada basado en fuentes bien situadas en la administración rusa que ya circulaba en la comunidad de inteligencia. Sus 35 páginas detallaban la relación del presidente electo con el Kremlin, vínculo que se remontaba a un primer viaje empresarial en 1987 a la URSS a partir del cual, según el relato del ex agente del MI6 británico que daba nombre al informe, la inteligencia rusa habría establecido una dependencia sospechosa basada en el chantaje o kompromat con el magnate neoyorkino.

El informe también culpaba a la cúpula de la inteligencia rusa y al Kremlin de haber hackeado el correo de John Podesta, jefe de campaña de Hillary Clinton, y de haber filtrado su contenido a través de Wikileaks para ayudar a Trump. ¿Con qué objeto? ¿A cambio de qué?

Luke Harding, periodista del británico The Guardian y excorresponsal en Moscú entre 2007 y 2011 -cuando fue expulsado del país- concede casi total credibilidad a dicho informe y se basa en él para escribir Conspiración, una crónica sobre las relaciones oscuras entre Trump y su entorno con la inteligencia soviética y rusa, con la mafia de los primeros años de Yeltsin y, finalmente, sobre la potencial colusión entre la campaña del republicano y funcionarios rusos.

Además del repaso histórico de la relación Trump-Rusia, Harding narra el origen del informe Steele, una investigación encargada por un donante republicano contrario a Trump durante las primarias a una empresa de inteligencia corporativa americana que, a su vez, delegó el trabajo en Orbis, la compañía del mencionado Christopher Steele con sede en Londres. El ex agente británico había sido oficial de inteligencia en Moscú durante los años del derrumbe soviético y sus fuentes en el país eran de primera calidad. Tras su investigación, Steele diría a su entorno que lo que había encontrado era "espeluznante" y que, de no ser por su dossier, "Trump habría levantado las sanciones" contra Rusia decretadas por Obama, objetivo prioritario de Putin.

La investigación de Steele es congruente con los cargos que el actual fiscal especial para el Russiagate, el exdirector del FBI Robert Mueller, imputa a personajes clave del entorno del entonces candidato: Paul Manafort, jefe de campaña de Trump, acusado de blanqueo de capitales espurios rusos a través de un entramado societario que incluía a agentes de inteligencia rusa en EEUU; o Michael Flynn, efímero Asesor de Seguridad Nacional, hoy autoinculpado de haber mentido al FBI sobre sus conversaciones con el embajador ruso Serguéi Kisliak.

Como consigna Harding, la pretensión de influir en procesos electorales extranjeros no es exclusiva de Rusia. Y da la palabra a Mike Hayden, exdirector de la NSA y la CIA: "Lo que hizo distinta aquella operación de hackeo fue […] que Rusia convirtiera esos datos en un arma y luego la introdujera en el espacio estadounidense" a través del equipo de campaña de Trump. Sin cuestionar la legitimidad del resultado, Hyden sostiene que ha sido "la campaña de influencia encubierta más exitosa de la historia". Según el dossier, en 2008 el Kremlin y Trump llegaron a un acuerdo para un "intercambio regular" de información que se sostenía, además de en el supuesto kompromat, en la ayuda que, a través de sociedades opacas y bancos comerciales, Rusia habría dado a un Trump en dificultades en plena crisis financiera.

Trump lo niega y acusa a los medios de "fracasados". Ante las autoinculpaciones de algunos acusados apenas admite que actuaron por su cuenta. Lo cierto es que todo -delitos de blanqueo de mafiosos rusos y conversaciones sospechosas con oficiales de inteligencia- confluyen en la Torre Trump. El presidente parece ahora un político acosado por un dossier que escapa a su control y lo debilita, y por eso algunos asesores de Putin hablan de "éxito táctico y desastre estratégico".

Conspiración es la crónica magistral de un supuesto buen trabajo de inteligencia ruso contrarrestado por uno aún mejor de contrainteligencia estadounidense.