Image: Resistencia. Un año en el espacio

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Ensayo

Resistencia. Un año en el espacio

Scott Kelly

26 enero, 2018 01:00

Scott Kelly

Traducción de Marcos Pérez Sánchez. Debate. barcelona, 2017. 438 páginas, 21 €. Ebook: 12,99 €

¿Cómo será el futuro de nuestras exploraciones espaciales en el siglo XXI? Si lo que pueda decir el astronauta Scott Kelly (Nueva Jersey, 1964) al respecto tiene alguna autoridad, llegaremos a Marte y más allá con la disciplina y la determinación que llenan las páginas de sus memorias, en las que narra la extraordinaria vida que ha vivido en la Tierra y en el espacio.

Los autores de grandes hazañas no se hacen sin influencias, y Kelly se explaya sobre las motivaciones que, en sus años tempranos, lo llevaron a su excepcional carrera profesional. Cuando era un joven universitario mediocre y disperso, leyó Lo que hay que tener: Elegidos para la gloria, de Tom Wolfe, un clásico de la no ficción sobre por qué razón se le iba a ocurrir a alguien en sus cabales exponerse a los peligros de los vuelos espaciales. El retrato de Wolfe de estos sobresalientes pilotos fue tan solo uno de los momentos estelares de una carrera fulgurante que acabaría llevando a Kelly más allá de la atmósfera terrestre. Otra inspiración destacada es el libro del cual el autor ha tomado el título del suyo y que lleva consigo en numerosos viajes a la Estación Espacial Internacional. Se trata de Endurance, de Alfred Lansing, que habla de la histórica expedición de Shackleton al Polo Sur, durante la cual su tripulación burló a la muerte después de que su barco quedase atrapado en la banquisa de hielo polar superando más de 1.300 kilómetros de mar bravío en los botes salvavidas. Estos dos homenajes literarios fijaron la estructura de Resistencia.

Mientras que Lo que hay que tener capta el lado fanfarrón -los audaces aviadores firmemente decididos a llegar hasta la última frontera-, el relato de Lansing nos recuerda con crudeza que junto a la imagen de estrella del rock del explorador camina siempre el espectro omnipresente de la muerte. El horror del aislamiento total sirve para recordar que en los vuelos espaciales, como en las exploraciones marítimas del pasado, no todo es emoción. Son viajes que enfrentan al ser humano a un entorno en el mejor de los casos indiferente, y a menudo hostil, listo para aplastar a su antojo a cualquier inocente viajero.

La narración se divide entre el año que el autor pasó en el espacio -un viaje sin gravedad de una duración "sin precedentes"- y su desarrollo personal desde el niño que leía Lo que hay que tener hasta convertirse en un condecorado piloto naval de pruebas. Aunque uno podría pensar que lo normal sería que un relato sobre un viaje espacial eclipsase cualquier biografía terrenal, en Resistencia el humor y la conciencia de sí mismo de Kelly cuando habla de sus experiencias hogareñas hacen que estas resulten exactamente igual de absorbentes que las de a bordo de la estación espacial.

Esto no significa que sus anécdotas extraterrestres no sean entretenidas. Por ejemplo, Kelly se hace cargo de la reparación del inodoro de la estación, uno de los artefactos más cruciales a bordo; o, contraviniendo el protocolo, los estadounidenses y los rusos del centro de investigación comparten las bolsas de basura, cuyo contenido lanzan luego a la atmósfera. (Las descripciones que hace el autor de la camaradería con sus compañeros rusos son seguramente los pasajes más entrañables del libro, y ofrecen algo de esperanza en unos tiempos nefastos desde el punto de vista geopolítico). Otros capítulos dedicados al espacio son duros y estresantes, como cuando los astronautas están esperando las naves de reabastecimiento, que no dejan de fallar y estallar, lo cual muestra con qué facilidad se pueden estropear las cosas después de meses de calma. La aguda capacidad de autobservación y la intensidad narrativa del autor también contribuyen a la fascinación del relato de su vida en la Tierra, y los atisbos del libro más allá del velo del astronauta realzan su valor. Detrás del imponente traje espacial y la sonrisa perfecta hay una persona de carne y hueso, y Resistencia ofrece una brillante visión del aspecto humano de los viajes al espacio gracias a que presta la misma atención al origen de la historia que a su apogeo entre las estrellas.

La desnuda honestidad de Kelly es lo que confiere al libro su capacidad de conmover. Cuando habla de su lucha contra el cáncer de próstata, del dolor que sintió por la pérdida de sus compañeros en la catástrofe del Columbia o de la distancia emocional que el año en el espacio creó entre él y Amiko, su pareja, no escamotea nada. Los recuerdos profesionales por sí mismos podrían ser igual de atractivos sin estos detalles íntimos, pero la humanidad que hay detrás de ellos pone de relieve la dedicación del autor al proyecto de escribir un relato completo de su existencia. Kelly no se esconde tras los infinitos logros y motivos de fascinación que le ha deparado el espacio, y reconoce sin reparos sus fracasos, sus defectos y sus penas.

A veces la disciplina militar que ha guiado su carrera sofoca su estilo, y la consecuencia es una torpe rigidez y unos excesos ocasionales. Pero estos episodios son escasos, y quedan compensados por los pasajes descriptivos, cuyo lirismo es capaz de dejar en evidencia a un escritor profesional. "Una de mis vistas favoritas de la Tierra es la de las Bahamas, un gran archipiélago con un contraste asombroso entre los colores claros y oscuros. El vibrante azul profundo del océano se mezcla con un turquesa mucho más brillante que se arremolina con algo casi como el oro allí donde el sol se refleja en la arena de los bajíos y en los arrecifes", evoca Kelly. Son momentos en los que queda clara la gratificación que proporciona el libro.

"Para salir de la Tierra hay que ir al fin del mundo", empieza el primer capítulo de Resistencia. Aunque la afirmación del autor es literal -actualmente, los astronautas estadounidenses tienen que viajar hasta una base espacial en el desierto de Kazajistán para los lanzamientos-, también podría ser el lema de la obra que le ha llevado toda una vida. En estas absorbentes y carismáticas -aunque a veces enrevesadas- memorias, Kelly conduce al lector con generosidad a través de una existencia de infinita dedicación que acabó desembocando en su estancia pionera de 12 meses en el espacio. El piloto retira la cortina que separa el mito del astronauta de su realidad humana. De la misma manera que Kelly se llevó consigo los libros que le inspiraron para llegar a ser un hombre del espacio, es fácil imaginar cómo las futuras generaciones de exploradores y aventureros aprovecharán las enseñanzas y las verdades que contienen las páginas de Resistencia como un plano para sus viajes a lo desconocido.

© NEW YORK TIMES BOOK REVIEW