Image: Diario de un librero

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Ensayo

Diario de un librero

Shaun Bythell

21 septiembre, 2018 02:00

Captain, el gato de The Book Shop

Traducción de Antonio Lozano. Malpaso, 2018. 360 páginas. 25 €. Ebook: 9,99 €

La primera vez que Shaun Bythell (Wigtown, 1970) vio The Book Shop, la librería de viejo más grande de Escocia, y una de las mejores del mundo, tenía dieciocho años y estaba a punto de ir a la universidad. Doce años más tarde, sin trabajo ni perspectivas de futuro, el dueño de la librería le invitó a comprarle el negocio y un año después The Book Shop pasó a sus manos. Comenzaba así una aventura de casi dos décadas cuajada de anécdotas, descubrimientos, lectores fieles y sinsabores, de los que ahora da cuenta en este libro de memorias divertido e implacable.

Conviene dejar claro que Bythell no tiene piedad a la hora de retratar a los clientes que detesta. Y no son pocos. Están, por ejemplo, los que presumen de "letraheridos". Esos, escribe, suelen llevar camisetas con caricaturas literarias, bolsas con guiños culturetas, pero jamás (y subraya la palabra "jamás") compran nada; hay quienes regatean el precio aunque lo que tengan en las manos sea un ejemplar único de la sección de saldos o los que llaman al menos una vez al mes para pedir, desde hace años, títulos inventados. También abundan quienes juzgan en las redes y lamentan, por ejemplo, que la carta del local sea tan reducida, cuando en la librería no hay servicio de restauración.

Y está, claro, Amazon. Quien quiera saber cómo se las gasta el gigante estadounidense que ha condenado a muchas librerías a la extinción debe leer este libro, que desnuda su estrategia.

Concebido como un diario en el que Bythell consigna cada día el número de libros pedidos, el de localizados, el de clientes y la recaudación, en él explica también cómo puso en funcionamiento un club de lectura que cuenta con más de un centenar de socios y los secretos del festival literario local. O cómo la felicidad puede ocultarse en un lote de libros de segunda mano comprados por 10 libras entre los que puede hallarse la dedicatoria de un Walter Scott o una Virginia Woolf que multiplique por 25, 30 o 100 su valor.