Ensayo

En pos de un nuevo humanismo. Prosa escogida

Marín Civera y Luis Abad

30 noviembre, 2018 01:00

Marín Civera y Luis Abad

Edición de Ricardo Tejada. Fundación Banco Santander. Madrid, 2018. 460 páginas. 20 €

El exilio de los intelectuales españoles republicanos durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra no constituye tan sólo uno de los episodios más calamitosos de nuestra historia; también uno de los más mixtificadamente invocados como expresión de cierto signo fatídico inherente a ella. La situación de la cultura del franquismo esquivó así con frecuencia el rigor del juicio crítico, elevando a símbolo de la discontinuidad e inconstancia propias de nuestra idiosincrasia unas carencias que obedecían más bien a la voluntad nacional-católica de extirpación de las raíces más fructíferas del pensamiento español de los primeros decenios del siglo XX.

Pese a todo lo llovido desde la Transición, en la medida en que este recurso exculpatorio, logró diluirse y extenderse por el imaginario colectivo en sus formas más sublimadas, no resulta ocioso procurar deslindar aquello que cabe considerar rasgo perdurable de nuestra cultura de lo que fueron unos condicionantes concretos, provenientes de una herencia truncada.

En el terreno de la filosofía, que el gusto por el estilo ensayístico, la vecindad con la literatura, la conciencia retórica o el maridaje con formas periodísticas de atender a la circunstancia -elementos propios de la prosa orteguiana, pero no exclusivos de ella, y al menos igualmente presentes en la generación del 98- no llegaran a forjar una tradición lo bastante sólida en este siglo pasado, no puede seguir achacándose al modo de ser de un pensamiento "conceptualmente débil", sino a otro tipo distinto de razón histórica.

Por eso, más allá del interés específico que puedan despertar unas reflexiones realizadas al hilo de realidades ya algo distantes de las nuestras, la recuperación de la prosa escogida de unos pensadores del exilio prácticamente desconocidos como Marín Civera (Valencia, 1900- México D.F., 1975) y Luis Abad Carretero (Almería, 1895-Gádor, 1971), llevada a cabo por la Fundación Banco Santander dentro de su proyecto general de rescate de la obra literaria de autores españoles del siglo XX olvidados por la historia, se antoja de capital importancia.

Por lo pronto, invita a revisar el prejuicio de que en el panorama filosófico español del siglo pasado apenas si hubo dos o tres figuras geniales (Unamuno, Ortega) y otros tantos discípulos directos (Gaos, Zambrano, Zubiri), reconociendo que fueron muchas más las trayectorias que supieron estar a la altura de las inquietudes de la filosofía europea del momento.

En efecto, tanto Civera como Abad muestran desde sus primeros trabajos una especial agudeza al analizar las grandes transformaciones experimentadas por la vida del hombre contemporáneo. En ambos es temprano también el compromiso político con un régimen de libertades que deje atrás el sistema de la Restauración, como atestiguan sus contactos con la masonería y con la Institución Libre de Enseñanza. Este espíritu abierto, esta actitud democrática permea todo el itinerario formativo que recorren, por caminos distintos pero en paralelo, los dos autores.

Civera estudia economía y contabilidad en Valencia, se afilia a la CNT en 1919 e impulsa diversos proyectos editoriales para difundir la cultura entre las clases populares. Este activismo no lo distrae sin embargo de un estudio en profundidad del pensamiento marxista, que trata de combinar con su filiación anarquista. La búsqueda de un "neomarxismo" posibilista lo lleva así a apostar por Pestaña, hasta el punto de asumir la presidencia del Partido Sindicalista a su muerte en 1937.

Por su parte, Luis Abad, tras cursar el bachillerato en su Almería natal, ingresa en el cuerpo de telégrafos y se traslada a Madrid, donde simultanea este trabajo con estudios de Derecho y Filosofía. Asiste a los cursos impartidos por Ortega en 1932 y 1933 y va estrechando su relación con el filósofo madrileño, hasta convertirse en decidido discípulo. De esta época son sus primeras publicaciones, como Sentido psicológico de la felicidad.

Derecha:

La recuperación de la prosa de unos pensadores del exilio casi desconocidos como Civera y Abad se antoja de importancia capital

En plena madurez ambos, la Guerra Civil y el exilio quiebran sus vidas y las expectativas de cultivar felizmente su intensa vocación humanista. Civera no consigue llegar a México hasta 1942 y, sin opciones de ser acogido en la universidad, tendrá que subsistir trabajando para distintas editoriales y revistas. Allí compondrá su trilogía Presencia del hombre (1947), Rebelión del hombre (1948) y El hombre (1948). La preocupación por el desfase entre avance de la técnica y progreso moral, por el ascenso del hombre-masa, y la reivindicación de la rebeldía inherente al ser humano son los grandes temas de su reflexión, teñida de un aire existencialista, en sintonía con la obra de pensadores como Camus o Zambrano. Civera muere en el exilio mexicano el 24 de mayo de 1975, sin llegar a ver restablecida la democracia en España.

Abad sufrirá con mayor intensidad la penuria del exilio en sus primeros años. Huido en barco desde Alicante en 1939, recala en Orán y de allí es enviado a un campo de concentración en Boukhari (Argelia). Liberado en 1942, se traslada a Rabat, luego a París y finalmente a México en 1952, viviendo de sus pinturas y colaboraciones en prensa y radio. Ya asentado, dará a la imprenta sus libros más notables, ingresando en la universidad por mediación de Gaos. Su meditación sobre los procesos de deshumanización es una prueba más de que el ensayismo orteguiano fue capaz de generar una escuela con temas y desarrollos propios: el Quijote, el contacto inmediato con la vida al margen de abstracciones teóricas (de ahí su noción de "visciencia"), la comprensión renovada del ser biológico e histórico del hombre, el problema de la técnica, el de la voluntad, son motivos retomados por Abad. Su aportación más original es su "filosofía del instante", una consideración del instante como el espacio en el que se afirman todos los procesos psíquicos que constituyen la realidad, pero también una crítica de la prisa instituida en las sociedades modernas como valor de los valores.

Merece la pena asomarse a la sugestiva obra de estos dos intelectuales, que pusieron sus fuerzas al servicio de una renovación cultural, social y política del país, y que pagaron por este posicionamiento de progreso. Felicitémonos, pues, por la labor detectivesca de Ricardo Tejada, investigador del hispanismo filosófico y profesor en la Universidad de Le Mans (Francia), que ha rescatado sus textos y preparado esta excelente antología.