Para mujeres tristes
Héctor Abad Faciolince
14 febrero, 1999 01:00Resulta curioso que este libro, recién escrito y publicado, tenga tanto sabor a antiguo, a abuelas dieciochescas, preocupadas por encontrar maridos para hijas solteronas o espantar pretendientes que no convienen. En ninguna página encuentro los problemas y situaciones de la señora actual, la que vive al ritmo desordenado de la sociedad, luchando por encontrar un lugar que sea suyo. Las damas a quienes van dirigidas estas recetas contra la tristeza parecen aburrirse al sol del mediodía, enjugando lágrimas en pañuelos de holán. Tiene cierta gracia el intento de Abad, pero no puede enmascarar el tono paternalista de sus consejos y sus razones.
¡Caramba! Pienso al final de la cena. Me levanto de su mesa con educada prudencia, señor Abad, le doy las gracias por el banquete y me voy a casa, tan triste como siempre. Añadida, la ligera sospecha de que, a los postres, me han tomado el pelo graciosa y colombianamente.