Novela

Para mujeres tristes

Héctor Abad Faciolince

14 febrero, 1999 01:00

Alfaguara. Madrid, 1998 119 páginas

L os textos "cocidos" se han puesto de moda (Como agua para chocolate, L. Esquivel; Poderosa Afrodita, I. Allende) pero, hasta ahora, pertenecían casi en exclusiva al ámbito de la olla femenina, por eso me lancé, más que hambrienta, a degustar las recetas que el colombiano Héctor Abad (1958) propone en su Tratado de culinaria para mujeres tristes. Con mandil y escafandra, pienso, este señor debe conocer el corazón o "lado oscuro" femenino, sobre todo, porque el manual culinario está dedicado "A mis (sus) cinco hermanas, mejor dicho, a mis (sus) seis madres". El esfuerzo por desentrañar las "zonas Alfa" de las mujeres es digno de encomio, pero nada, se queda en atisbo de humorada escrita con lenguaje a veces caballeresco y otras decadente. Héctor Abad es un maestro de cocina, pero en cuestiones íntimas de la mujer, es un simple reconocedor de síntomas y efectos.
Resulta curioso que este libro, recién escrito y publicado, tenga tanto sabor a antiguo, a abuelas dieciochescas, preocupadas por encontrar maridos para hijas solteronas o espantar pretendientes que no convienen. En ninguna página encuentro los problemas y situaciones de la señora actual, la que vive al ritmo desordenado de la sociedad, luchando por encontrar un lugar que sea suyo. Las damas a quienes van dirigidas estas recetas contra la tristeza parecen aburrirse al sol del mediodía, enjugando lágrimas en pañuelos de holán. Tiene cierta gracia el intento de Abad, pero no puede enmascarar el tono paternalista de sus consejos y sus razones.
¡Caramba! Pienso al final de la cena. Me levanto de su mesa con educada prudencia, señor Abad, le doy las gracias por el banquete y me voy a casa, tan triste como siempre. Añadida, la ligera sospecha de que, a los postres, me han tomado el pelo graciosa y colombianamente.