Nacimiento de los fantasmas
Marie Darrieussecq
27 junio, 1999 02:00Nadie tiene nombre en esta novela. La protagonista asume su propio rol de fantasma en la representación desde el primer párrafo: "Nadie sabe dónde está mi marido. Volvió del trabajo, dejó la cartera apoyada contra la pared y me preguntó si había comprado el pan. Debían ser alrededor de las siete y media". A partir de la declaración del absurdo, la protagonista recorre un camino onírico, nunca sabemos a ciencia cierta si sueña despierta o dormida y el extenso monólogo nos aleja cada vez más de la realidad como representación, introduciéndonos en un túnel, alegoría de la existencia de mundos paralelos. Es aquí, al ser nombrada en perfección, donde la metafísica nos amenaza con dejar de serlo y puede que todos los días, al levantarnos, salgamos corriendo a revisar los hábitos de nuestros seres queridos porque, nunca se sabe qué puede suceder sólo con cerrar los ojos y voltear la mirada hacia el temido "adentro".
La seguridad de la vida asentada sobre pilares pequeñoburgueses se ve amenazada con esta novela porque no son la muerte, la separación, y otras minucias lo que nos coloca al otro lado del "Velo de malla", donde todo es posible, hasta desaparecer sin dejar rastro, sin haber cambiado de domicilio, ciudad o país. Mª.
E. C. V.