Novela

EL rey de la Habana

Pedro Juan Gutiérrez

3 octubre, 1999 02:00

Anagrama. Barcelona, 1999 218 páginas, 2.200 pesetas

H ay novelas que no valen por lo que son, sino por lo que representan. En España no tendría ningún interés una novela sobre los Reyes de Caracas, Buenos Aires o Lima; pero las crónicas de la mugre cubana hechizan a la opinión pública española. Después de 40 años el hombre nuevo creado por Fidel se compra por tres duros y la Revolución nunca morirá mientras siga tragando por el culo. La nueva literatura cubana es el espejo tropical que buscan los españoles que desean viajar al país de la igualdad de oportunidades sexuales.

Uno se ha reído con la novela de Pedro Juan Gutiérrez, porque tiene un tono desenfadado y cazurro; pero la sustancia literaria es mínima. La historia no es transgresora. Lo transgresor es que transcurra en La Habana, capital de la utopía, el compromiso y la revolución. Gutiérrez descubre los secretos de esa Habana que se insinúa sórdida y pecaminosa a través de los reportajes sensacionalistas. O de la Prensa rosa, que sólo habla de los novios y novias cubanas que se traen a España los famosos y famosas de pacotilla, esas criaturas abyectas que calzan perfectamente con los personajes de la novela: Reynaldo, Sandra, Magda, Yamilé, Fredesbinda...
Leyendo a Pedro Juan Gutiérrez uno jamás admitiría que pertenece a la misma estirpe literaria de Lezama Lima, Carpentier, Cabrera Infante, Severo Sarduy o Reynaldo Arenas. Y no es que en Cuba no existan otros escritores de mayor calidad, pues ahí está Abilio Estévez y especialmente Julio Travieso, autor de la excelente novela El polvo y el oro. No, lo que representa Gutiérrez tiene más valor sociológico que artístico, y su novela consiente más lecturas políticas que literarias.

Vuelvo a decir que la historia es distraída y discurre risueña, pero no he podido quedarme con una sola línea como quien se quedaría con una monedita de oro si la viera brillando en el suelo. Y las novelas que se se leen así, por desgracia están condenadas al olvido.