Novela

Madrid ha muerto

Luis Antonio de Villena

10 octubre, 1999 02:00

Planeta. Madrid, 1999. 306 páginas, 2.300 pesetas

Madrid ha muerto se sitúa adrede entre la crónica y la ficción para recrear "la movida" madrileña en los felices y frívolos ochenta, que Villena conoció de cerca

En el panorama cultural de los últimos años hay escritores cuya personalidad se ha hecho casi familiar por su continua presencia en los medios de comunicación. Uno de los más asiduos es Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951), poeta, antólogo de poesía y estudioso de poetas, novelista y autor de libros de cuentos, biógrafo, traductor, ensayista y crítico literario. Su prolífica obra literaria en varios géneros, con algunos premios importantes tanto en poesía como en novela, y su condición de mantenedor entusiasta y brillante de la vida literaria actual lo han convertido en uno de nuestros escritores más populares. Como novelista, logró su mejor obra en El burdel de Lord Byron (1995) y en 1999 ha obtenido el premio La Sonrisa Vertical con El mal mundo. Su última obra, Madrid ha muerto, se sitúa adrede entre la crónica y la ficción para recrear "la movida" madrileña en los felices y frívolos 80, que Villena conoció de cerca.

Con el subtítulo de Esplendor y caos en una ciudad feliz de los ochenta, Madrid ha muerto desarrolla, en tonos de exaltación y elegía, el frenético modo de vida alegre y confiado que sus promotores lograron construir en aras de la modernidad y una dilatada juventud, lejos de todos los convencionalismos, al amparo de la libertad, la transgresión y el vicio, en una década dorada que tuvo la vanidad de proclamarse feliz. ésta es la confesada aspiración del libro: dar cuenta de aquella rebeldía sin causa que una inmensa minoría de alucinados estiró hasta el límite, entre la evasión y la delicia, en permanente aroma de sándalo y ebriedad, apurando el gozo presente sin la menor inquietud por el futuro. Los 80 fueron para ellos un reino sin moral regido por la exaltación del placer y la diversión. Todo estuvo bien mientras duró en la renovada bohemia de aquel Madrid "alucinado, divertido y ebrio" que vivió el "falso azul nocturno" del verso de Rubén Darío y santificó a Tierno Galván y su oracular propuesta de "¡A colocarse y al loro!" Porque muy pronto, como suele ocurrir en las sucesivas oleadas de la historia, aquel imperio de la libertad y el delirio iba a morir en los 90 a manos del puritanismo agazapado en la carcundia política y la clerigalla con su eterna moral de sacristía. De ahí el título del libro, tomado de una frase del modisto Manuel Piña en protesta contra la prohibición de liar un porro. Con las nuevas prohibiciones no sólo se apagaba una década de libertades e irreverencias, sino que, a la vez, naufragaba la juventud de los oficiantes de aquella movida que rindieron culto al hedonismo y a una efímera felicidad atrapada en la liberación sexual entre colocones de alcohol y drogas. Por eso en el texto se combinan, en tonos de novela lírica, la exaltación de aquel vitalismo provocador y una elegíaca despedida a distancia, desde una actualidad rechazada por la tiranía del pensamiento único y regida por la generalización de lo políticamente correcto.

Con habilidad Villena presenta su libro a caballo entre la crónica y la ficción. Y así hay que valorarlo. Juzgado sólo como ficción, acusaría sus limitaciones en cuanto novela excesivamente subsidiaria de la realidad abordada. Pero se trata, como dice el autor en una breve nota final, de "literatura imitando la vida" o "vida imitando la literatura", por eso insiste en que su relato "no es una novela" (pág.78), sino una crónica o unas "desordenadas memorias" que "aspiran levemente al complot de una novela" (pág. 78). Acierta Villena al plantear su obra como un encargo que recibe el narrador por encargo de los hermanos Almodóvar para escribir un libro sobre la vida y muerte de la movida madrileña. Y el libro se escribe con la concurrencia de personajes reales del mundo de la literatura, el cine, la música y las artes plásticas y con el mismo Villena desdoblado en personaje de su novela, en un estilo acorde con el punto de vista del rememorador pero en el que hay que corregir el error de "andasen" (pág. 113) y la derivación de "cotidianeidad" (pág. 140).