Novela

El invierno de la Corona

José Luis Corral

21 noviembre, 1999 01:00

Edhasa. Barcelona, 1999. 487 páginas, 3.200 pesetas

Tres títulos trazan el ascenso de José Luis Corral (Daroca, 1957) por la escarpada ruta de la novela histórica: El salón dorado (1996), El amuleto de bronce (1998) y ahora El invierno de la Corona. Fieles los tres, a la época medieval en la que tan curtido se muestra el autor, como deja ver cada una de estas inmensas historias acertadamente noveladas. Como lo prueba la ambientación de escenarios, la elección de personajes míticos, el trazado por recorridos que reproducen con exactitud el tiempo, sus credos, sus usos y costumbres... La vida, tal como era, circundada por la realidad política, cultural y social del período elegido. Siempre el Medievo, y ante todo, el rigor documental. El resultado es una excelente combinación de motivos para recrearse con su lectura pues trenzando el espléndido retablo de la Corte de Pedro el Ceremonioso, de su ideario político y sus debilidades humanas, se halla una fabulosa intriga tejida entre los enemigos del poder y los más leales servidores a la Corona.

Unos y otros componen el universo humano sobre el que gira la trama de conspiraciones que desata la ambición de la reina Sibila de Forciá, la cuarta de las esposas del rey, la única que logró hacerse con su voluntad por ser fruto del único matrimonio de don Pedro, siempre obligado a casarse por conveniencia política. En ese marco, enfilando los diez últimos años de su mandato (1377-1387), en medio de un mundo político convulso, con la cristiandad dividida entre dos Papas, con Europa gobernada por un clima de inestabilidad social sobre el que proliferan como nunca astrólogos y agoreros..., se desata el complejo entramado de desavenencias albergadas en la corte. A través de ellas entramos en la novela encubierta en la Historia, en una historia de amor que nace como una trampa y se teje y desteje al abrigo de anhelos muy distintos a los que la propiciaron.

Que son los responsables del invierno de esta Corona, los que la conducen hasta el fin de sus buenos tiempos.