Novela

Un narrador de velas al viento

Aparece el tomo 20 de las aventuras de O"Brian

12 diciembre, 1999 01:00

Veinte novelas que ensanchan los horizontes de la imaginación, que invitan a viajar por el tiempo, los océanos y los continentes. Una obra intensa e ingente que su autor ha proseguido durante casi treinta años, que ha sido aclamada por la crítica internacional como una de las mejores series de novela histórica del siglo y que ha logrado cautivar a millones de lectores que se han convertido en fieles divulgadores: es la serie de novelas históricas de trasfondo naval situadas en los quince primeros años del siglo XIX que han hecho de su autor, el irlandés Patrick O’Brian, un escritor de culto cuya fama trasciende con mucho el público habitual del género

Las novelas de O’Brian se publican en castellano en Edhasa desde 1994, mientras que la editorial Harper Collins de Londres inició la publicación de la serie en 1970. Ahora, la edición en español alcanza su decimotercera entrega con Trece salvas de honor y en Gran Bretaña y Estados Unidos acaba de publicarse el vigésimo episodio, Blue at the mizen (Enseña azul en el palo de mesana). El éxito de ambas ediciones está garantizado. En el ámbito anglosajón, O’Brian ha vendido más de un millón de ejemplares en los últimos años. En castellano, la excelente acogida de la serie desde su inicio ha propiciado su edición de bolsillo, de la que acaba de publicarse el cuarto volumen, Operación Mauricio.

Pero comenzar a leer los libros de O’Brian por las más recientes apariciones sería echar a perder un auténtico placer. La mejor recomendación es empezar por el principio de la serie, el libro Capitán de Mar y Guerra (Master and Commander). Estamos en abril del año 1800. Gran Bretaña está en guerra con la Francia napoleónica y con España. La flota inglesa está constantemente en el mar con muy diversas y vitales misiones: bloquear la salida de las armadas española y francesa de sus puertos en el Atlántico y el Mediterráneo, prevenir el cruce del Canal de la Mancha por el ejército napoleónico y mantener abiertas las rutas marítimas comerciales que alimentan la metrópoli insular británica desde su imperio de Extremo Oriente, la India, Africa y el Caribe. La narración se abre en la sala de conciertos del gobernador inglés de Menorca, en Puerto Mahón, donde unos músicos interpretan el Cuarteto en do mayor de Locatelli. Allí, dos hombres muy diferentes se encontrarán mutuamente antipáticos para iniciar poco después una gran amistad. Uno es un joven teniente de la armada inglesa, Jack Aubrey: alto, apuesto, impetuoso, pobre, ardiente admirador del almirante Horatio Nelson y un marino nato. El otro es un médico de padre irlandés y madre catalana llamado Stephen Maturin.

Sociedad cerrada y compleja

Estos dos protagonistas junto a una serie de personajes secundarios magistralmente perfilados vivirán una fascinante singladura por todos los mares y continentes del mundo. Su marco histórico son las guerras napoleónicas entre 1800 y 1815 y su escenario básico serán los barcos de la armada británica. Un navío de guerra de esa época era una sociedad cerrada y enormemente compleja. Un universo de madera en el que se hacinaban entre trescientos y seiscientos hombres gobernados por una disciplina inflexible y con frecuencia brutal y arbitraria. Una comunidad masculina con abismales diferencias jerárquicas y de condiciones de vida. Una máquina de navegar y combatir cuyo único motor era el viento recogido por un complicado aparejo de velas y cuya principal razón de ser eran sus cañones de peligroso manejo e incierta precisión.

Los azares del mar y la guerra o de amores y negocios de tierra adentro cambiarán de signo y escenarios a lo largo de los siempre fascinantes episodios y el hilo conductor será la navegación, las maniobras navales que O’Brian describe con todo lujo de detalles y una precisión extraordinaria, que en las ediciones en castellano halla un fiel y brillante reflejo en la traducción de Aleida Lama Montes de Oca, muy cuidada en lo que al lenguaje naval se refiere. Por otro lado, el estilo de O’Brian en inglés es de una limpidez de resonancias clásicas que recuerda a Jane Austen. Además, la seductora mezcla de lenguaje formal o culto con los coloquialismos propios de la marinería, de muy difícil traducción sin caer en casticismos que tampoco serían exactos, añade sensación de realidad a las novelas. A través del lenguaje de sus personajes, O’Brian es capaz de trasladarnos de la cámara del almirante a la cubierta inferior del barco, o de los salones cortesanos y los clubes elitistas a los bajos fondos y los ambientes agrarios. Y si las aventuras de Jack Aubrey y Stephen Maturin son ficticias, O’Brian cuida mucho de situarlas en un contexto históricamente fiel.

La razón del éxito

La razón del éxito mundial de las novelas de O’Brian hay que buscarla en el hecho de que no se trata de simples relatos de batallas navales o de aventuras, sino de narraciones de una enorme riqueza y una notable universalidad. En este aspecto, O’Brian y sus héroes son de un calado mucho mayor que las aventuras, por otra parte divertidas, del capitán Horatio Hornblower creadas por C. S. Forrester y que también publica en castellano Edhasa. Patrick O’ Brian no habla sólo de batallas y singladuras, lances guerreros y episodios galantes, aunque todo eso está en sus libros. Su horizonte es mucho más amplio y se extiende a las complicidades y roces de la amistad, a la contemplación de la naturaleza y sus misterios, a los recovecos de la pasión y la traición y a una irónica e intemporal visión de los entresijos del poder. Ya sea en un consejo de guerra en el Almirantazgo, durante una autopsia en las Indias Holandesas, en una isla desierta llena de aves marinas o entre las intrigas de una corte de Oriente, la intensidad y amenidad de sus argumentos alcanza resonancias shakespearianas. Y por encima de todo ello, el humor, un humor complejo y al tiempo tierno que se materializa en detalles como la propensión del capitán Aubrey a confundir los proverbios y juegos de palabras cada vez que echa mano de ellos, o en la costumbre del doctor Maturin de caer al agua desde todas las embarcaciones posibles, desde una chalupa hasta un navío de línea de 74 cañones.

Hacia Extremo Oriente

En el último libro en castellano, Trece salvas de honor, Aubrey y Maturin, a bordo de la fragata de 28 cañones Surprise, su barco más habitual y querido, se dirigen a Extremo Oriente para transportar a un enviado que deberá cerrar un tratado con un voluble sultán al que también cortejan los franceses: les esperan toda clase de peligros, pero también maravillas y pasiones. En la última entrega en inglés, Aubrey está a las puertas de lograr el sueño de su carrera: izar la enseña de contraalmirante del escuadrón azul en el palo mesana de su barco. La saga debe completarse aún con otro libro y los innumerables y fieles lectores de Patrick O’Brian esperan que el autor logre culminar su obra. Patrick O’ Brian, que cuenta ahora 85 años y sigue escribiendo gozosa y apasionadamente, se propone hacerlo desde el pueblecito costero francés al otro lado de la frontera española que ha sido su residencia y su lugar de trabajo desde hace más de medio siglo, un largo período durante el cual ha escrito, además de las veinte novelas de la serie de Aubrey y Maturin que le ha hecho mundialmente famoso, varias novelas de tema diverso, cinco narraciones breves, un libro de viajes, varias traducciones de autores como Marguerite Yourcenar, una monografía sobre Matisse y una excelente biografía de Picasso.