Novela

Menos da una piedra

Vicent Martínez

30 enero, 2000 01:00

Nadir. Valencia, 1999 156 páginas, 1.450 pesetas

Hay una pregunta que el novelista debe formularse antes de abordar la escritura de una novela: ¿Quién narra? De la respuesta depende en gran medida lo que viene después. En este caso, Vicent Martínez Vila, valenciano de cuarenta y cinco años, que debuta como novelista, ha escogido una peculiar voz narrativa para su intriga de corte policiaco.

Su narrador no es uno, sino dos. Predomina aquí la tercera persona omnisciente, aunque el yo hace una fugaz aparición en el segundo capítulo. Tan fugaz como, a mi modo de ver, innecesaria. Pero lo chocante de Menos da una piedra es el tono.

Desde una pretendida jovialidad fundamentada en el constante chiste fácil, Vicent Martínez Vila se esfuerza por hacernos creíble un narrador que abusa de lo coloquial hasta el agotamiento, comete errores de bulto e incluso se equivoca cuando cita conocidos versos de un tango gardeliano. Si este tipo de discurso resulta ya ficticio y cargante en la primera persona, es incomprensible esgrimido por la voz omnisciente. ¿Cómo fundamentar que este narrador sea tan graciosillo y facilón? Martínez Vila ni se lo plantea. Tal vez porque es la suya esa voz que tan fuertemente se impone. La historia es la de un ex funcionario metido a detective estereotípico.

También sus clientes serán estereotipos. Una millonaria de buen ver será la clienta de su mejor caso: el del robo de un turbio collar de esmeraldas. De ahí al final con beso media una intriga previsible en la que los matones, las furcias y los ricachones no po-dían faltar.

Menos da una piedra inaugura la colección "Noveles", con la que la editorial valenciana Nadir pretende apoyar a nuevas firmas. Encomiable iniciativa, aunque pa-ra que tenga algún valor se impone un mayor rigor editorial. Y no sólo a la hora de elegir originales.