Image: Gaya: Cernuda no vive, sino late

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Novela

Gaya: "Cernuda no vive, sino late"

Cartas inéditas entre el pintor, el poeta y Juan Guerrero

3 mayo, 2000 02:00

Ramon Gaya, por Julián Grau Santos

Gaya inédito

Lleva setenta años pintando la poesía, escribiendo la pintura. Literatura y arte se cruzan en la obra y en la vida de Ramón Gaya. Mañana mismo el IVAM inaugura la gran antológica del pintor y dentro de unos días Pre-Textos saca a la luz el cuarto tomo de sus Obras Completas. Se trata de su correspondencia -un centón de cartas- con Juan Guerrero, editada y prologada por el hispanista Nigel Dennis, máximo especialista en la obra del artista. A propósito de esta edición, Dennis escribe para EL CULTURAL sobre el epistolario y añade unas cartas inéditas de Luis Cernuda, que no aparecen en el libro. "Veo que no olvida nuestra antigua amistad", escribe Cernuda, un Cernuda "realmente simpático" según Gaya, que lo presenta así: "Es El Poeta, el caso más puro de poeta en España"

A mediados de enero de 1935, Luis Cernuda escribe a su antiguo amigo Juan Guerrero Ruiz -"Cónsul General de la Poesía", según el famoso mote que le dio Federico García Lorca- para plantearle la posibilidad de dar alguna conferencia en Alicante, ciudad en que, desde finales de 1931, Guerrero actúa de Secretario del Ayuntamiento. El caso es que el poeta se va cansando de las tareas correspondientes al Museo Circulatorio de las Misiones Pedagógicas -tareas que comparte con Ramón Gaya, Antonio Sánchez Barbudo y Rafael Dieste- y tiene ganas de recuperar su independencia. Su estado de ánimo así como su interés por el tema de la conferencia se transparentan en la carta que dirige a Guerrero:

Querido amigo: hace tiempo que quiero escribirle, pero mis idas y venidas por esos pueblos y mi pereza han retrasado este deseo. Ahora ya, como necesito su concurso para una cosa de interés para mí, no demoro más en la carta.

He dado en Madrid dos charlas; mejor dicho; una. Porque la otra la doy esta misma tarde. Y organizo otras en Sevilla y tal vez en Barcelona. ¿Cree usted que habría posibilidad de dar otra ahí? Podría hacer, como haré esta tarde aquí, una lectura de versos míos precedida de una pequeña charla sobre la poesía; o bien una conferencia sobre Bécquer.

Quiero encarecerle el interés grande que tengo en ello, porque con unas cuantas conferencias de esas en provincias podría reunir algún dinero y dejar mi trabajo en el Patronato de Misiones por algún tiempo. No estoy bien; necesito reposo y esas tareas del museo de misiones (ya tendrá noticias por Gaya) son fatigosas en extremo. Ya se da usted cuenta del gran interés que tengo en que este asunto se arregle satisfactoriamente...


Siempre dispuesto a "poner la mano justa en lo ajeno", como decía de él Juan Ramón Jiménez, Guerrero no vacila en ponerse a disposición de Cernuda, aceptando ocuparse de la organización de la conferencia. Cernuda vuelve a escribirle el 30 de enero, agradeciéndole su interés e indicándole la fecha idónea para su visita a Alicante:

Mi querido amigo: le agradezco mucho que haya podido arreglar el asunto de mi conferencia; veo que no olvida usted nuestra antigua amistad. Desde luego decidí aceptar su oferta; no le respondí seguidamente porque quería antes tener seguridad de terminar la conferencia para la fecha que, según sus indicaciones, yo escogiera. Como está esa conferencia en su borrador último puedo decirle que, salvo algo fortuito, puede anunciarla para el segundo sábado de febrero; es decir para el día nueve.

La estoy escribiendo con gusto e interés y espero que el público la oiga con gusto e interés, al menos eso he podido comprobar en la primera parte que leí ayer a un amigo. El tema es interesante, creo: "Bécquer y el romanticismo español...


"Resulta que durante parte del mes de enero, gracias también a la generosa colaboración de Guerrero, se ha celebrado en el Ateneo de Alicante una exposición de acuarelas de Ramón Gaya. Se trata de una exposición de no poca importancia histórica puesto que es la única exposición individual que el pintor -tan apartado del "mundo del Arte"- acepta hacer en España antes de la Guerra Civil. Si está dispuesto a hacer esa concesión, es debido seguramente a la confianza que tiene en el fino criterio y la buena disposición de su amigo y paisano murciano. Como la conferencia de Cernuda está programada para el 9 de febrero, muy poco tiempo después de la clausura de la exposición de Gaya (el 20 de enero), a Guerrero se le ocurre encargarle al pintor la presentación del poeta. Es consciente, por otra parte, que les une una amistad entrañable, basada no sólo en las experiencias compartidas en las Misiones Pedagógicas y en ciertas semejanzas temperamentales sino también, y más profundamente, en una postura común o compromiso ético-estético ante la creación. Ya en una carta a Guerrero, fechada el 2 de mayo de 1932, llena de noticias de sus vivencias en Madrid, Gaya ha hecho alusión a sus relaciones con el poeta:

Cernuda, a quien veo de vez en cuando y paseamos juntos alguna mañana por el Botánico, me habló de Lorca como de una persona de una gracia natural muy grande, que según él no es la misma que se le ve a primera vista, pero yo, la verdad -quizá todavía no percibo nada más que ésa que salta a los ojos y que tanto ha llegado a empalagarme- no se la encuentro.

Cernuda, sí, Cernuda me parece realmente simpático -Salinas ha dicho que tengo algunos puntos de contacto con él, esa antipatía ya clásica, ese silencio, hasta... ese desdén- quizá el que se parezca un poco a mí hace que nos entendamos bien y no nos encontremos el uno al otro esa antipatía que nos atribuyen los demás...


Ramón Gaya acepta la propuesta de Guerrero y se pone a redactar la presentación, sabiendo ya que Cernuda hablará sobre la figura de Bécquer, poeta admirado por ambos y de una significación particular para su amigo sevillano.

Luis Cernuda llega a Alicante el 8 de febrero y se aloja en el Hotel Miramar. Por razones desconocidas Gaya no puede asistir al acto y es Guerrero quien tiene que leer las cuartillas que ha preparado el pintor para la ocasión. Admirador de la figura de Cernuda desde la época de la publicación del suplemento literario de La Verdad, Juan Guerrero se permite añadir algunas palabras introductorias en que alude a su encuentro con el poeta de Perfil del aire en Sevilla en 1929.

En aquel año había acudido a la ciudad andaluza, como secretario del Comité Provincial, para asistir a la magna Exposición Iberoamericana, aunque el viaje tenía también un motivo más personal: la posibilidad de realizar un deseo largamente acariciado y visitar Moguer para conocer así directamente el ambiente evocado en tantas páginas luminosas de Juan Ramón Jiménez.

Aprovechando la publicación de las cartas de Gaya a Guerrero, me parece oportuno dar a conocer los textos, inéditos hasta hoy, que ambos redactan para presentara Cernuda en el Ateneo de Alicante. N. D.

Sras., Sres.: Hace veinte años, 45 cuando yo tenía veinte años, fui por primera vez, en viaje sentimen tal por Andalucía, hasta Sevilla. Entonces, no conocía allí a nadie, y durante ocho días recorrí solo las calles y jardines de la ciudad de la gracia; el espíritu de la gracia; el espíritu de Bécquer estaba en mi pensamiento y fui mi guía oculto en aquella visita primera. Años más tarde, cuando volví de nuevo a Sevilla, Luis Cernuda -que ya había dado su nombre a la mejor poesía española- me acompañó, y su silencio fue para mí el mejor compañero para volver a recorrer aquellas callecitas y jardines, cuyo secreto le pertenecía. Fernando Villalón, inolvidable siempre, confirmó también la amistad poética que todavía le guardo, en aquellos días íntimos y alegres.

Hoy, que Luis Cernuda viene a Alicante para hablarnos de Bécquer, yo he querido recoger aquella obligación nacida en horas lejanas, para presentarle ante vosotros. Pero no voy a hacerlo yo con palabras mías: un pintor-poeta, Ramón Gaya, cuyas maravillosas acuarelas honraron este salón hace pocas semanas, me ha enviado unas palabras suyas donde os dice, mucho mejor que yo pudiera hacerlo, algo verdadero sobre el poeta que va a hablaros esta noche. .

Juan Guerrero Ruíz

Disrio de un pintor Luis Cernuda

Conocí a Cernuda en un jardín. Paseaba, marchaba solo, pero iba con ese aire del que lleva a su lado unos galgos decorativos. Comprendí ya entonces que una sombra le acompañaba a todas partes, un perro inseparable y misterioso, su vida misma quizá, el boceto de una vida no vivida. .

Conocí a Cernuda en un jardín, pero en realidad él siempre parece estar en un jardín. En la calle o en el salón no se le comprende. Tampoco en el campo: un jardín o una playa es su fondo verdadero. .

Más tarde -mucho después de aquella presentación hecha por J. B. [seguramente José Bergamín]he sido amigo de Cernuda y de su perro fantasma. El fantasma he podido comprobar que es su propia vida, la vida que le acompaña, la vida que no se funde con él jamás.

Por eso Cernuda es hoy todavía como un niño. Porque su vida le ha sido robada, alguien o algo gasta al lado suyo la vida que le pertenece, y él, Luis Cernuda, sigue intacto en su jardín intacto, embelesado, ensimismado, preso, preso en sí.

Cernuda es El Poeta, el caso más puro de poeta -no de poeta puroque existe hoy en España. Nada tiene que ver con su realidad. Porque Cernuda no vive, sino late.

Por eso la sorpresa de Cernuda cuando detrás de tal o cual esquina tropieza con el mundo. Esa sorpresa, ese choque, es lo que anima su poesía última. Los filósofos no nacen, sino que se hacen. Y Cernuda, nacido poeta, va tiñéndose cada vez más de no se sabe qué conclusiones desnudas, que le llevan a ser uno de los poetas más graves de hoy y de España.

Por eso Bécquer, por eso hondamente Bécquer, y no superficialmente Bécquer, como es la moda. Porque lo que tiene Cernuda de Bécquer no lo ha tomado de él, sino que lo tenía ya, lo tenía de nacimiento. .



Y por eso una conferencia de Cernuda sobre Bécquer tiene para nosotros un gran interés excepcional, porque sabemos que no vamos a oír un análisis frío, una crítica certera, sino algo más; vamos a oír mucho de aquella voz desaparecida, de aquel latido.

No importaría que Cernuda no acertase al juzgar a su paisano triple -en oficio, tierra y alma- puesto que lo que esperamos de él es que nos llene el aire de aquel aliento mustio.

Porque Cernuda no es un continuador, ni un discípulo, ni siquiera un influenciado de Bécquer; sino un familiar, su familiar mejor. Es su sangre.

Ramón GAYA.


"En París se vende pintura por metros"

Sr. Don Juan Guerrero Saavedra Fajardo, 20 Murcia -Espagne
París, 19 de Mayo de 1928

I
Querido Guerrero: Tiene esta carta, algo de despedida a Merced, 22. Crea siento mucho la mudanza. Al no conocer la otra casa, la otra calle, será para mí muy triste; mis cartas me parecerá que "no llegan". Cuando se conoce el portal escalón por escalón, cuando se conoce el suelo del despacho "sonido" por "sonido", se ve (desde aquí) el llegar del cartero, se ve (desde aquí) descorrer aquella cortina azul y plata verdosa, se ve, en fin, cómo culebrea, cómo se "arruga" la puerta gris del despacho para que pasen las palomas (en este caso completamente mensajeras) blancas de las cartas, un poco heridas en su volar, por el sello (a veces hasta sangriento) de correos. Crea que cuando se conoce escalón por escalón, sonido por sonido, se sigue a la carta en su largo viaje, se la sigue hasta el "fin", o sea hasta el "principio". Pues donde acaba para el que la envió, empieza para el que la recibe. [...]

III
El primer París que se conoce es el París monumental, arquitectónico. Este París llamado por mí arquitectónico casi no emociona; produce a lo más, admiración. La admiración siempre resulta una cosa despegada de lo admirado, no existe cariño en la admiración, sólo se "reconoce el mérito". Después ya, se complica la vida con lo arquitectónico y Notre Dame deja de ser una "admirable" catedral gótica para convertirse en algo viviente y poético.

Para vivir son indispensables los recuerdos; y a la llegada, forzosamente hay que alimentarse de los recuerdos de España. Más tarde, cuando ya se alejan las primeras impresiones, los primeros hechos, y estos hechos y estas impresiones se pueden utilizar ya como "recuerdos", es cuando se le empieza a querer. Para estar centrado hace falta tener espacio delante y detrás. El "delante" será lo venidero, el "detrás" la historia. La historia (muy a pesar de los cubistas tontos) es inevitable e indispensable. Por eso, conforme se va fabricando "pasado" se va adquiriendo tranquilidad y centro.

Matilde, Supervielle, Bores, y la librería de León Sánchez, han influido mucho en la formación de este cariño que ya siento por París.

IV
Hall me escribió preguntándome por la situación artística de París; confiesa así: "Es que yo también he dado en padecer de la sugestión: París, he dado en sospechar que llevo ya un tiempo excesivo apartado del Centro (¿lo es?), de la Fuente de Novedades, de la VILLE LUMIéRE. Siento curiosidad por aquello, y sentir una curiosidad sin satisfacerla, claro que debilita, y es malsano".

¡También Hall! amigo Guillén.

V
Van Gogh me interesa enormemente. ¡Tan cálido, tan claro, tan ... fino a veces! Renoir es simplemente delicioso. ¡Tan sin preocupación de resolver nada! y que resuelto todo, sin pena; sin esfuerzo alguno. Cézanne menos inocente, menos "delicioso" pero más intenso, más importante y serio. Manet es un gran pintor, pero recuerda tanto, tanto, a Velázquez y a Goya, que palidece mucho en la comparación inevitable.

Braque es un pintor extraordinario, sensible, fresco (velazqueño dijo Bores) pero quizá poco atrevido al lado de la enorme valentía de Picasso. Bores es un pintor admirable, lleno de brío y delicadeza. Modigliani es uno de los pocos pintores que representarán este siglo; extraordinariamente elegante, cándido y cariñoso. Matisse jugoso y alegre como nadie.

VI
Tiene vd. una idea falsa de París, querido Guerrero. En París no se paga el mejor cuadro, se paga la mejor firma; se vende por tamaños. Aquí los bastidores tienen unas medidas fijas y se vende a tantos francos el número. Tiene esto algo de matemáticas. Cuando se "llega" se paga a un precio, cuando hace un año que se vive en París se paga otro... Nosotros hemos vendido más caro que cuando Bores llegó a París y ya ve que no son nada excesivos nuestros precios, y además hemos tenido suerte en que nos compren al mismo precio los pequeños que los grandes. Bores (hombre simpático y ya amigo nuestro) se extrañó mucho de nuestras ventas, según él, verdaderamente admirables. En París se vende la pintura por metros; como los solares por construir. Todo el mundo dice que en España se vende muy caro (cuando se vende) pero claro, no se vende nunca. Las señoras francesas que compran cuadros, no puede Vd figurarse el gesto de comprar alfombras que tienen. A mí siempre me parece que van a decir -"¿No tiene ninguno más pequeño? yo no pensaba gastar tanto".

VII
Trabajamos todo lo posible.
Flores reencontró el Concierto en un nuevo lienzo, en un nuevo sentido. Yo insisto en "las salas", pero de otro modo, con más seguridad. Esteban Vicente cree que hemos adelantado mucho, yo también lo creo. °No importa (escribía yo a Hall no hace mucho) la calidad de los pintores de París", no importa que en las galerías de pintura se vean cosas buenas, malas; lo importante es el brío, la fuerza, la actividad que proporciona París, sólo París.

Quizá al hablar de "actividad" crea que me refiero a que se siente la necesidad de pintar muchos cuadros. Hablo, de una actividad interior, artística.

VIII
El último capítulo es el más difícil; es en el que hay que poner todos los recuerdos que nos encargan. Hay que asomarse al último capítulo como a la ventanilla de la despedida, y lanzar al viento los pañuelos del adiós. A mí siempre me preocupan los finales; en los cuadros (los contornos de los cuadros, quiero decir), en las conversaciones, en las cartas... Yo no quisiera darles este fina! brusco y rápido que les doy siempre; yo quisiera terminar en voz baja, con una tinta especial para los finales, una tinta sin color ya, muy difuminada en el papel...
Esteban me da recuerdos para Vd. Matilde me dice que agradece muchísimo su carta y que pensaba escribirle pronto (no sé si lo habrá hecho ya) mandándole el libro recién publicado y....hasta creo que el prólogo de Paul Valéry traducido.

Juan Vicens también le manda un saludo; y por último Flores y yo, dos fuertes abrazos, esperándole a Vd en junio. Quizá Hall...

Ramón GAYA

¡Qué lástima que no pueda poner en el sobre aquella dirección sencilla! Merced, 22