Las incursiones anteriores de la hoy planetaria Maruja Torres en la ficción se limitaba a las divertidas Oh, es él y Ceguera de amor. Cargada de tintes autobiográficos esta tercera novela se despoja de la ironía que caracterizan el estilo de su autora y se adentra en la visión de una determinada Barcelona -la del Raval, en la posguerra- y en las relaciones familiares y el mundo de una niña que crece en un barrio pobre sin perder de vista a esos ricos que salen de vez en cuando de las funciones de ópera. No les será difícil a los lectores asociar a esa heroína de ficción con la propia autora -aunque no lo sea del todo- pero incluso quienes no quieran o no puedan hacerlo se descubrirán ante una buena novela de costumbres, cargada de lirismo y con un final que a más de uno convertirá al marujismo. Tal vez luego el converso se sienta más pletórico asomándose a libros como Amor América o Como una gota, pero habrá de reconocer el enorme oficio de una de nuestras más leídas narradoras.