Image: El habitante de otoño

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Novela

El habitante de otoño

Alexander Pushkin

20 diciembre, 2000 01:00

Edición y traducción Rubén Darío Flórez. Pre-Textos, Valencia, 2000. 316 páginas, 3.500 pesetas

Pushkin fue sin duda un alto poeta. Pero ¿suena como en algunos de los versos traducidos por Darío Flórez para esta edición? Por favor, ritmo sí. Pero rima sobre todo consontante, preferiblemente no. Y menos aún entre lenguas lejanas

Las brillantes obra y vida de Lord Byron dejaron feraz descendencia en toda Europa: Ugo Foscolo, Espronceda, Musset, Pushkin... Como se ve no se trata de una descendencia inane. Todos encarnaron el Romanticismo y pusieron su vida y sus versos -como Byron- a saltar en la misma cuerda. Alexander Pushkin (1799-1837) fue, además, en su país, en Rusia, el iniciador de la literatura moderna, y aún de la moderna dicción de la lengua poética... Por ello, y por su vida y muerte románticas (Pushkin murió sobre la nieve, a resultas de un duelo, con el galanteador francés de su esposa, la hermosa Natalia Gontcharóva) Alexander Pushkin sigue siendo para los rusos, un mito nacional y literario. A quien desee conocer un acercamiento moderno y lírico al alma ardiente y algo abismal de Pushkin, puedo recomendarle el bello libro de Marina Tsvietáieva, Mi Pushkin, traducido por Selma Ancira, y Publicado por Destino en 1995.

Tampoco es esta antología (antes publicada en Colombia) la primera que llega a nosotros del poeta ruso por antonomasia. Recordaré dos, sin deseo de exhaustividad: En 1930, la editorial Cervantes de Barcelona, publicó una antología lírica de Alejandro Pushkin (sic) prologada y "traducida directamente del ruso" por Elisabeth Mulder. Monolingöe. Y la traducción (como solía hacerse en la órbita modernista) en verso rimado. Algún poema coincide con el de nuestra edición, por ejemplo "Tres fuentes", breve poema de claro contenido simbólico. Mucho más próxima es la Antología lírica de Alexander Pushkin (sic), también bilingöe, y publicada por Hiperión en 1997, al cuidado de Eduardo Alonso Luengo. También es traducción en verso rimado, pero -con sus muchas limitaciones- me parece algo más lograda, en términos generales, que la del colombiano Rubén Darío Flórez. Asimismo hay poemas coincidentes, por ejemplo, uno de los últimos que Pushkin escribiera, en 1836, a imitación del Exegi munumentum de la oda XXX de Horacio. En la edición de Hiperión no lleva otro título que ese inicio latino, en la nuestra de Pre-Textos empieza (no tenía título el original) con el primer verso: "Un monumento me hice que no tocará la herrumbre". (En la de Hiperión: "Me erigí un monumento que no labró la mano"). No me atrevería yo a decir -ignorando además el ruso sería ridículo- cuál de estos textos es más fiel. Ambos parecen hechos con cuidado, ambos gozan de un prólogo bueno e informativo, y entre los textos españoles de ambos (uniéndonos a la tradición rusa que nos lo asegura y asesora) se puede percibir que Pushkin fue un gran poeta romántico, de apasionado material, que se mueve entre el afán amoroso, el apetito de huida -también estuvo exiliado dentro de Rusia- y en ocasiones, junto con el fervor, en el tono coloquial que también inauguró Byron (hablamos de la poesía lírica, no de la novela en verso, asimismo byroniana) y que en nuestra antología vemos en poemas como "Conversación del librero con el poeta" o "Invierno". En resumen, todo nos lleva a considerar un alto poeta a Pushkin, pero sólo podemos juzgarlo -la mayoría de los lectores- por la traducción española que acompaña al ruso. Y la de Rubén Darío Flórez, en general, es mediana o por decirlo con más exactitud, suena pobre, ripiosa a menudo. Muchas veces -respecto a Brecht o a Thomas Hardy- me he quejado de las traducciones rimadas, siempre difíciles o imposibles y que rarísima vez aciertan. Es cierto que Pushkin, en ruso, está rimado, pero no puede tener -lo juraría- la pobreza que resulta en la mayoría de estos poemas en español. Podría abrumar con los ejemplos. Flórez usa rimas consonantes y asonantes, con frecuencia, en el mismo poema. La asonancia y el ocasional verso libre le permiten sus mejores momentos, la consonancia -con pocas excepciones- los peores: "¿Acaso a otro irás a amar como a mí/y nunca tendrás olvido para mí?". En otro poema: "Todo es fugaz, todo se irá;/lo que se irá, querido será". Otro más: pues todos, sabedlo caeremos allá/y la hora de alguien toca ya". Hay momentos mejores, por fortuna, pero los ripios y la dicción forzada sobreabundan. Pushkin fue sin duda un alto poeta. Pero ¿suena como en los versos citados? Por favor, ritmo sí. Pero rima (sobre todo consonante) preferiblemente no. Y menos aún entre lenguas lejanas.