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Una bandada de mujeres muertas
Carlos Martínez Montesinos
27 diciembre, 2000 01:00Es en este terreno, el de la expresividad léxica, donde Martínez Montesinos no se ha impuesto límites y donde reside lo mejor de este volumen. Hay que advertir que, lo mismo que en las historias relatadas, existe en las elecciones lingöísticas cierta demasía, un barroquismo no siempre plausible y algunas soluciones de discutible oportunidad. Pero también, y sobre todo, una inventiva verbal sobresaliente, que encuentra sin cesar formas nuevas e inesperadas -casi siempre tendentes a la caricatura- para designar nociones que aparecen así bajo una nueva luz. Los neologismos son abundantes: Laurita es "ventimuchosa y mohína" (pág. 113), un personaje está "vaiviniendo como tentetieso" (pág. 30), otro se dedica a "froidiar" (pág.53) -es decir, a psicoanalizar- y otro presenta "ojeras negrunas de desdormida" (pág. 162), de igual modo que un traje de novia hecho jirones queda "guiñaposo y negrestino" (pág. 83). Un "parlevús" (pág. 65) es una réplica en francés; las habladurías malintencionadas son "malichismes" (pág. 130) y puede haber una "firmeza tenaza notemevás" (pág. 113), y también "urgencias aquitepillo" (pág. 112). Por analogía con derivaciones como mujerío hallamos "roguerío" (pág. 20), "plumerío" (pág. 43), "pueblerío" (pág. 129), "luterío" (pág. 161) o "vulverío" (pág. 164), entre otras. El cultismo y la españolización a ultranza coexisten con naturalidad: "supermana dominatriz" (pág. 142), "trotamunda" (pág. 154). Acaso sólo Martín Santos había llegado a estos extremos de libertad en la creación léxica. Don Andrés "era un mediomédico garcilasiano y ochentón, malvejecido, a partes iguales carpediémico y aspirinófilo, devoto del ¿Ubisunt? y de la Bayer (pág.16), y la Navidad tiene "esa noñería mazapanosa bueñuelina garrapiñada de todos los hermanos, de amigos para siempre" (pág. 48). Hay muchos ejemplos de esta naturaleza. Léase el pasaje dedicado a la presentación de un grupo de maestras "sesentonas treintañeras" (pág. 128) y se comprobará la eficacia de la visión sarcástica que el lenguaje proporciona.
En Una bandada... irrumpe un prosista original y creativo. Le falta dosificar su irrestañable tendencia -más que aprovechable, sin duda- a la formación neológica, seleccionar con mayor exigencia sus hallazgos y encontrar historias que puedan sostenerse por sí mismas y no sólo por la construcción verbal que les sirve de vehículo. A juzgar por estas páginas, y con la certeza de que habrá muchas más, porque un autor así no se resigna al silencio ni bajo tortura, el escritor se encuentra muy por encima del narrador. Será necesario esperar nuevas obras para valorar el rumbo futuro de este prosista que cuenta ya con con una envidiable ventaja inicial: esa rara capacidad verbal intuitiva que no se aprende en los manuales de redacción ni en las academias para alevines de escritores.