Image: Las mujeres de Picasso

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Novela

Las mujeres de Picasso

10 enero, 2001 01:00

Tête de femme au Chignon, 1953. Litografía

Galería Estiarte. Almagro, 44. Madrid. Hasta el 8 de febrero. De 3.500.000 a 8.000.000 pesetas

La exposición refleja la gran versatilidad de Picasso en el empleo de las técnicas del grabado; se diría que las redescubre a cada realización

La galería Estiarte, que oferta regularmente obra gráfica de Pablo Picasso, ha logrado reunir esta vez una docena larga de grabados de diversas épocas del autor del Guernica en torno a un tema común: la representación de sus mujeres. Podría decirse que el retrato de sus relaciones amorosas sirve aquí de símbolo de lo prolífico y de las resonancias autobiográficas de su obra, pero es sobre todo un tema que presenta plausiblemente al Picasso grabador con los atractivos propios de lo que dispone de gancho sentimental. Sea como fuere, en el conjunto puede distinguirse el grupo más numeroso de los retratos, el formado por las cabezas, de otras piezas, muy meritorias también, como Mère et enfants y La Famille, láminas de 1953 en las que aparece Françoise Gillot con sus hijos Claude y Paloma, y el grabado Dans l"Atelier, una estupenda representación de "pintor y modelo" de 1963 al aguafuerte y aguatinta, en la que aparece la figura de su última mujer, Jaqueline Roque, más como espectadora que como modelo.

Las cabezas de mujer son el tema privilegiado de la obra de Picasso, el asunto único con el que, por ejemplo, se presenta a Picasso en la colección Beyeler de Basilea, y son aquí el grueso de la selección. La estampa más antigua está grabada al aguafuerte y barniz blando en 1933 y presenta una cabeza característica del Picasso de Boigeloup que sirve de rostro a Marie Thérèse Walter, su joven compañera sentimental por entonces. Buste de femme avec fichu es el retrato que aquí se expone de Dora Maar, la pintora con la que Picasso estuvo relacionado entre 1936 y 1946. Una cabeza de Françoise como sol y flor, litografiada en 1946, y una segunda litografía con un busto de Françoise hecho a base de contrastes de luces y sombras encarnan este otro episodio de la vida amorosa del pintor. Finalmente cuatro litografías y dos linograbados presentan bustos de Jaqueline de entre 1955 y 1962.

Lo afortunado de la muestra, compuesta sobre todo por pruebas de artista, resulta no ya sólo de la amplitud del recorrido que realiza por la obra picassiana, sino también por la variedad de las técnicas que contempla. No me refiero únicamente al hecho de que haya aguafuertes, litografías, una punta seca, linograbados, usos de aguatinta, sino también porque refleja muy bien la gran versatilidad del autor en el empleo de esas técnicas; se diría que las redescubre a cada realización, como un poeta que extrae nuevos significados de una misma palabra cada vez que la pronuncia. La litografía se aproxima unas veces al frottage, otras a la tinta china, otras a la xilografía, etc., como rompiendo constantemente con las previsiones de la imagen. Los linograbados en color presentan dos versiones muy distintas del rostro de Jaqueline, a la vez que dos proyecciones diferentes de la técnica empleada. Algo similar cabe decir de lo que atañe a los registros estilísticos, que son, a la vez, agentes y receptores de la riqueza de las retratadas. En la esfera de lo privado se vierte toda la universal complejidad de la memoria y de la conciencia visuales. Con una exposición reducida de obra gráfica la galería Estiarte ha sabido recoger muy bien los valores del Picasso grabador.