Image: Peter Brook en el diván

Image: Peter Brook en el diván

Novela

Peter Brook en el diván

Barea estrena un texto de Oliver Sacks

10 enero, 2001 01:00

Paco Zagarzazu

El Teatro Principal de San Sebastián estrena mañana El hombre que confundió a su mujer con un sombrero..., adaptación de la obra del médico y teórico Oliver Sacks, donde psicología y teatro se funden en un original montaje basado en la dramaturgia del actor y director inglés Peter Brook.

El psicoanálisis y el teatro se dan la mano en el último montaje de la compañía vasca Txalo produkzioak. Siguiendo, de algún modo, el legado dejado por Peter Brook en la adaptación que el dramaturgo realizó de la obra de Oliver Sacks, Ramón Barea versiona, dirige e interpreta desde otro punto de vista y con nuevas aportaciones El hombre que confundió a su mujer con un sombrero...

"Hemos seguido la trayectoria de Brook, usamos su mismo camino, volviendo a la fuente que es el libro de Sacks, pero el resultado final es distinto", dice el director. Cada adaptación teatral lleva su propio sello y la apuesta de Barea era llevar a escena un texto no teatral. "Yo conocí más tarde la adaptación que Brook había hecho de la obra, cuando ya tenía el proyecto en mente. Brook me dio la confianza de que era posible llevarlo a escena". Alguna de las nuevas incorporaciones de Barea es el referente a Los sabios idiotas, donde se reflejan los extraños poderes mentales o aptitudes intelectuales que algunos pacientes demuestran.

Héroes sin artificios

El espectáculo se presenta con estructura de documental, como un ritual de entrevistas entre el paciente y el médico, a través de las cuales el espectador va sorprendiéndose, teniendo nuevas dudas, conociendo a los personajes que se perfilan con su visión alterada de la realidad.

Sacks definió a estos enfermos como "héroes", modernos arquetipos que pelean consigo mismos para afrontar la realidad. Para Barea se trata de "héroes teatrales de carácter literario que luchan contra su mal". Ese optimismo es precisamente lo que el montaje pretende transmitir, a través de la trasparencia y la síntesis, sin ahondar en la parte más oscura de la realidad de los enfermos, sin explotar la vena trágica o morbosa. Barea quiere "despertar la curiosidad en el público con un espectáculo tratado con carácter de crónica a la mínima expresión"

La puesta en escena se basa en el trabajo de seis actores que, con el apoyo de un neurólogo construyen mundos irreales, representando indistintamente a médicos y enfermos "sin artificios ni disfraces, trabajando con el tono de la voz, con el ritmo, cada actor da vida a varios personajes. No queríamos alejarnos de la la normalidad", dice Barea.

En el escenario se puede observar también, como parte del decorado, una pantalla donde se proyectan vídeos que el médico graba en directo durante la representación. Barea dice que esta pantalla tiene una doble función: "No se trata sólo de un elemento estético, aunque sin duda lo es, sino, sobretodo, de un recurso médico que forma parte de la terapia para obligar al enfermo a enfrentarse consigo mismo. En esta línea puede entenderse la pantalla como una ventana que permite ver al otro lado".